Cristian Pavon y Pablo Pérez pusieron el 2-0 para el Xeneize. En un partido parejo, con chances para ambos equipos, los de Arruabarrena concretaron dos de las tantas situaciones que generaron. Así, Boca es el único puntero del campeonato y River perdió el invicto.
Boca pegó primero. Y pegó mejor: venció a River por 2-0 en el partido correspondiente al torneo local, el que abre la trilogía de tres partidos en doce días. Cristian Pavón y Germán Pezzella en contra le dieron la victoria a los de Rodolfo Arruabarrena, que recién se encontraron con los goles en los últimos diez minutos del partido. Así, se convirtieron en los únicos punteros del campeonato y le quitaron el invicto a su eterno rival.

Fueron cinco minutos furiosos. Ahí, en dos desatenciones, se derrumbó el trabajo de River, que había planteado un partido inteligente, con solidez defensiva y velocidad de tres cuartos de cancha hacia adelante. Pavón encontró una pelota que no quería salir del área para convertir el primer gol, y Pablo Pérez conectó un rebote de Marcelo Barovero para liquidarlo.

A pesar del resultado, fue un partido parejo. Se repartieron el dominio. En el primer tiempo, Boca fue mejor. Por afuera, complicó a los de Marcelo Gallardo, con una interesante actuación de sus extremos: Andrés Chávez y Federico Carrizo, a través de las pelotas cruzadas. El visitante, más allá de un remate en el travesaño de Carlos Sánchez, parecía desorientado. Generaba poco, no conseguía asociarse en la mitad de cancha, y no soportaba el ritmo vertiginoso que le imponían.

Cuando arrancó la segunda mitad, River se despertó. En los pies de Rodrigo Mora tuvo dos situaciones. Boca dejó de atacar. Bajó el ritmo. El partido parecía morirse en un empate, hasta que los dos técnicos movieron sus fichas: el Vasco puso a Fernando Gago y desarmó el tridente ofensivo; mientras que el Muñeco sacó a Teófilo Gutiérrez y Sebastián Driussi para poner a Fernando Cavenaghi y Gonzalo Martínez.

Ahí, la mesa estaba servida para River: en un partido de posesión, podía imponerse con comodidad. Pasó todo lo contrario: Gago se hizo amo y señor de la mitad de cancha, el Millonario no encontró la pelota y, con el ingreso del ex Colón, Boca fue a jugar el partido en el área rival.

La localía y las pelotas paradas trasladaron el escenario del encuentro cerca de Marcelo Barovero. La efervescencia de la gente y la necesidad de ganar un clásico después de dos años y medio generaron una tormenta de pelotas aéreas. Alguna iba a quedar. La agarró Pavón: aprovechó el descuido del primer palo por parte de Trapito para pasar al frente.

Después, con más vocación que ideas, River fue a buscar el empate. Y en el golpe por golpe, mordió la lona. Pérez conectó un rebote que dejó Barovero, y Pezzella la terminó de meter en contra. No había tiempo para nada más.

Este clásico, más allá de la disputa de la punta del campeonato, tenía un aliciente especial: ofrecía la chance de darle un golpe a quien cayera derrotado. Esa es la gran victoria "Xeneize": llegar mejor parado en la previa del cruce copero.

El jueves volverán a medirse. La revancha, esta vez, llegará rápido.


Los goles:

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