Todo el mundo sabía que se iba a agolpar muchísima gente en las boleterías. No había que ser muy inteligente para darse cuenta. Es más, había algunos acampando desde la noche anterior. En total, unas 5.000 personas se acercaron a buscar sus ingresos, pero la presencia policial fue prácticamente nula. Por eso, fue todo un caos. La cola, más que una fila era un amontonamiento de personas.
El expendio empezó minutos antes de las 10, y había tan sólo dos boleterías habilitadas. Supuestamente, se debían vender un máximo de cinco entradas por persona, pero esto tampoco se respetó. Muchos testigos aseguraron que algunos se iban con veinte tickets en la mano. Por eso, estos revendedores se aprovechaban de los que estaban bien al fondo, que ya sabían que no iban a llegar, y les vendían las populares a $ 500. Las mañas en el fútbol argentino no cambian. Hubo que esperar a un partido en el que el conjunto visitante tenga una gran convocatoria, para que los problemas vuelvan a aparecer.
En cuanto a la organización de la venta, la subsecretaría de Deportes le tiró la responsabilidad al Tomba, que debía hacerse cargo, ya que es un evento privado. El club lo hizo, pero contrató a menos de diez efectivos. De esta manera, fue todo un caos, para no perder la costumbre de este fútbol argentino. Ahora, se espera que no pase nada en el encuentro del domingo.