Claro que esta tendencia, de resultados flacos en los tres clásicos pasados por agua, lo sacó definitivamente de la carrera por el título casero, más allá que el discurso de "hasta que las matemáticas indiquen lo contrario" siga en pie. Ahora este Boca versión "Vasco" Arruabarrena, tendrá que jugarse entero por la Sudamericana y el jueves, en Asunción, deberá sellar el pasaporte a la instancia semifinal para verse las caras, si reina la lógica en la otra llave, nada menos que con River.
Lo cierto es que Boca sigue sin aprobar la materia clásicos en esta todavía nueva etapa. En los últimos tres los partidos especiales para el hincha, Racing, River y San Lorenzo, el xeneize solamente sumó un punto sobre nueve en juego.
Y esta estadística adversa se extiende a cinco si se tiene en cuenta los últimos dos que dirigió Carlos Bianchi, derrota con River por el cabezazo de Ramiro Funes Mori tras aquél polémico corner que marcó Néstor Pitana y empate, también en La Bombonera, cero a cero ante un San Lorenzo que terminó resistiendo con nueve jugadores.
Con la llegada de Rodolfo Arruabarrena, Boca dio un vuelco emocional porque los protagonistas se sintieron cómodos desde el primer día con un cuerpo técnico joven, mostraron otra actitud y otro grado de compromiso y así se revirtió el panorama.
Sin embargo, este equipo sigue sin ofrecer la confianza que garantice un final de año feliz o, al menos, con algunos de los objetivos planteados de antemano, alcanzados.
Y las carencias pasan, sobre todo, por el rubro juego. Porque si bien el actual entrenador de Boca consiguió fortalecer la imagen del equipo, lo hizo más compacto a partir de la aparición de César Meli y la recuperación de Fernando Gago en el arranque del ciclo, fueron pocas las veces los triunfos del equipo llegaron de la mano de un juego vistoso.
Algunas atajadas notables de Agustín Orión, en partidos que se presentaban desfavorables, ayudaron a enderezar el rumbo y así llegaron resultados alentadores abrochados en cadena y un buen promedio de efectividad. Y con ellos se encendió nuevamente la llama de la ilusión en la gente de Boca.
De todas maneras esto no parece ser suficiente, al menos para dar pelea en el frente local que muestra a un River arrasador e imbatible, y se abre un interrogante de cara a lo que es la apuesta sudamericana.
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