¿Estuvo bien o mal Diego Cocca en criticar en conferencia de prensa el rendimiento del arquero Agustín Orión, después del 4-3 de Racing sobre Atlético Tucumán? Sin lugar a dudas, mal. ¿Por qué mal? No por viejos códigos de vestuario ni complicidades futbolísticas que suelen invocarse en momentos complejos. Simplemente, porque esas cosas no se hacen en público. Y Cocca con tantos años en el ambiente del fútbol, primero como jugador y después como técnico lo debería saber. Y más bien que lo sabe.
Sin embargo, el hombre de 45 años tribuneó. Jugó para la tribuna, que resiste o rechaza a Orión a partir de varios errores que exponen sus debilidades, aunque Orión desde cierta sobreactuación de temple y guapeza que siempre expresó pretenda mostrarse fuerte. Y no lo logra. Ni tampoco conquista adhesiones porque nunca fue una figura que despertara empatías. Todo lo contrario.
Cocca, por supuesto, no desconoce que sus palabras tienen un efecto muy potente. Alcanzaría con reproducirlas para advertir su influencia: “Lamentablemente, muchos transmitieron inseguridad y Agustín (Orión) fue uno de ellos. Esto es un equipo, el fútbol son sensaciones y cuando los jugadores empiezan a transmitir inseguridad se transmite a todos”.
¿Qué gana Cocca apuntando primero en general y después en particular, mencionando especialmente a Orión? No gana. Pierde. Porque él se pone al margen de los errores. Se corre del escenario y transfiere responsabilidades. Señala. Elige a quien. Y lo hace para que lo escuchen todos. Los de adentro y los de afuera, manifestando una estrategia alejada por completo de las buenas estrategias.
¿Qué pasaría si mañana un jugador de Racing con trayectoria probada enfrentara los micrófonos y las cámaras y dijera que el planteo y las decisiones de Cocca en determinado partido fueron desacertadas y que eso conspiró contra las posibilidades del equipo? ¿Cómo se sentiría Cocca? ¿Lo tomaría como una crítica para enriquecerlo como entrenador? ¿Interpretaría esa observación como el resultado de un análisis bien fundamentado? ¿O pensaría que en realidad lo están tirando debajo de un camión buscando un reemplazante?
Que nadie se haga el inocente. Cocca preparó el terreno anticipando la decisión de desplazar a Orión si continúa transmitiendo inseguridad. Cuando hubiera sido muchísimo mejor comentarle en privado al arquero su insatisfacción con el rendimiento que viene teniendo. Hizo, en cambio, lo que no le hubiera gustado que le hubieran hecho a él en ninguna circunstancia. Ventiló su disgusto. Y lo puso a consideración.
Estos episodios tan mezquinos que remiten a posturas muy individualistas no pasan de largo en ningún plantel. Y tampoco pasan de largo en ningún espacio de trabajo. Se facturan. Se pagan. Más temprano o más tarde. Porque dejan heridas. Y heridos.
Afirmar con ligereza que Cocca es un profesional muy sincero y frontal es tener una lectura demasiado naif para los tiempos que corren. Acá no se trata de niveles de sinceridad o de expresar sin red lo que cada uno piensa sobre un jugador o sobre el equipo. Se trata de saber ejercer el rol de entrenador sin dejarse tentar por tintes amarillentos y oportunistas.
Orión no ignora porque no lo ignora nadie que en Racing está enfocado desde el mismo día que llegó para ocupar el lugar que dejó vacante Sebastian Saja. El no logró revertir esa imagen negativa. Sus producciones (en general, discretas) no lo acompañaron. Ahora Cocca lo dejó solo en la madrugada.
Fea su actitud. Y un pésimo ejemplo tratándose de un conductor.