Después de un año en el ascenso del fútbol norteamericano, el delantero arregló su llegada al Taladro por 18 meses y cumplió con su promesa. Se reencontrará con Julio César Falcioni, el técnico que lo hizo debutar en primera.

"No sé cuándo va a ser, pero la vuelta a Argentina va a ser a Banfield", dijo Darío Cvitanich a mediados del 2015, cuando la idea de regresar al país empezaba a contaminarle la cabeza. Cvitanich había hecho una carrera prolífica: jugó en Banfield con la categoría de los grandes delanteros, se destacó en Europa, peligró a los arqueros en México y ahora retorna, con 32 años, para demostrar en el Florencio Sola la experiencia que incorporó en los grandes clubes donde pasó.

En Banfield jugó 92 partidos y convirtió 36 goles.

Cvitanich viene de una especie de año sabático. Se recluyó con Cecilia Bonelli, su pareja, y sus dos hijas, Carmela y Lupe, en Miami. Jugó para Florida FC, un equipo de la segunda división de la MLS. Una competición con exigencias pobres y salarios altos. Hizo nueve goles en 26 partidos, y lo entendió: era hora de cumplir su promesa y afincarse en el sur otra vez. Arregló su contrato por 18 meses, y se convirtió en el segundo refuerzo de Banfield: el primero es otro hijo pródigo, Renato Civelli.

En el vestuario se reencontrará con Julio César Falcioni. El Emperador lo subió a primera, y lo hizo debutar: fue en 2003, en una derrota de Banfield ante Olimpo en Bahía Blanca. Le costó adaptarse, pero una vez que lo hizo, no volvió a salir. Cvitanich integró el plantel que llegó a los cuartos de final de la Copa Libertadores 2005, pero estaba en Europa cuando el entrenador comandó al equipo más glorioso de la historia de Banfield al campeonato del 2009. El delantero se fue del club en 2008 con una oferta inolvidable: 11.000.000 de dólares por su pase. Se radicó en Ajax y estuvo a la altura de las circunstancias.

Cvitanich

"Uno tiene la idea de una manera de jugar, si viene Cvitanich", explicó el DT en 2011, ya como responsable de Boca Juniors. Las negociaciones fueron arduas, pero lo consiguió: el delantero armó una dupla con Santiago Silva que, abastecida por Juan Román Riquelme, ganó el Apertura 2011 sin caer en ningún partido. Al año siguiente, perdieron la final de la Copa Libertadores contra Corinthians. A principios del 2012, Falcioni y Cvitanich se pelearon. Fue en Venezuela, tras una igualdad sin goles contra Zamora. El DT reemplazó al atacante, que se enojó. "Te saqué porque le hacés más caso a Riquelme que a mí", le dijo el Emperador en el vestuario. Cvitanich empezó a revolear los botines. Falcioni amenazó con irse. Al final, se quedó. Y volvieron a dar otra vuelta olímpica a fines del 2012.

Esta semana, cuando Cvitanich regrese al predio Luis Guillón, se reencontrarán. Juntos pasaron por todas las etapas, por todos los estados de ánimo. Ahora el objetivo es otro: sostener el envión que alcanzó el Taladro en el final del último campeonato, y tomar el lugar de líder en un vestuario que, con las salidas de Walter Erviti y Silva, quedó acéfalo. A los 32 años, Cvitanich está preparado para hacerlo.

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