Macri lo había llamado, meses antes, para dirigir a Boca. Bielsa se negó. Bielsa, esa noche en el microestadio de Argentinos Juniors, escuchó los aplausos de todos los militantes.
Diego Simeone, en Ezeiza, se sumaba al plantel de la Selección Argentina. Corría el año 2000 y el Cholo miraba el fútbol desde el cielo: meses antes, había salido campeón en Lazio. No era un éxito común para el club. Desde la temporada '73-'74 no festejaban un título. El último plantel que había dado una vuelta olímpica, cuentan los periodistas Ezequiel Fernandez Moores y Jordi Quixano, estaba dominado por futbolistas con ideas de derecha. Los jugadores, enfrentados en dos clanes, iban armados a entrenar, apagaban las luces de las habitaciones a los balazos, votaban partidos neofascistas. Benito Mussolini, el más fascista de los fascistas, también se relacionó con el club. Quixano, en su artículo en El País titulado "La Herencia de Mussolini", cuenta que el dictador italiano se asoció al club en 1929. Tres años antes, el Duce había exigido fusionar a los clubes de Roma. Los dirigentes se negaron.
Hoy, Roma representa a la izquierda; Lazio sintetiza lo opuesto.
Los fundadores de Lazio, en sus orígenes en el 1900, eligieron los colores celeste y blanco en honor a los Juegos Olímpicos de Grecia. Defendían, además, la fraternidad y la universalidad. Más de un siglo después, Paolo Di Canio, luego de convertirle en un clásico a Roma en el último minuto, celebró con la curva norte del Olímpico. Corrió, se acercó al alambrado, quedó cara a cara con los hinchas. Y ahí, con una sonrisa parecida a la del Guasón, como si ese gesto lo hubiese soñado la noche anterior, estiró su brazo: hizo el saludo nazi.
Simeone, en el 2000, llegaba campeón a la concentración en Ezeiza y Bielsa lo esperaba con una reflexión:
—¿Usted se da cuenta, Diego? Ya está, ya pasó todo. Aparte de los hinchas, nadie se va a acordar de ese campeonato: ustedes no jugaban a nada.
Bielsa arregló su contrato con Claudio Lotito. Lotito es presidente de Lazio desde 2004. En el medio, estuvo suspendido: la más fuerte duró dos años y medio, en 2006. También lo sancionaron por diez meses por irregularidades en las transferencias de Mauro Zárate y Julio Cruz. Al final le redujeron la pena a dos meses.
La primera sanción quedó en la historia. Lotito estuvo involucrado en arreglos de partidos durante la temporada '04-'05. El castigo fue el descenso: Lazio y Juventus bajaron a la Serie B. A Lotito lo atraparon por escuchas telefónicas. Algunos directivos lo acusan de ser el hombre que maneja los hilos, el titiritero del fútbol italiano. Catapultó a Carlo Tavecchio —a tal punto que lo denuncian por fraguar la elección— a la presidencia de la Federación Italiana de Fútbol. Tiempo después, la UEFA suspendió a Tavecchio por seis meses por dichos racistas. Tavecchio había dicho: "Inglaterra estudia si los futbolistas que llegan al país cumplen con la profesionalidad necesaria para poder jugar. Aquí, en cambio, llega un Opti Poba (nombre hipotético) que antes comía plátanos, y ahora juega de titular en el Lazio". En noviembre del 2015, apareció un video de Tavecchio criticando a los gays y a los judíos. Hoy en día, ambos siguen en el poder: Tavecchio en la FIGC y Lotito en Lazio.
En un partido, los hinchas le gritaron a Lotito: "Duce, Duce". Lotito intentó desligarse. Aseguró que cortó lazos con los Irriducibili, el grupo racial y ultra derechista de Lazio. Lotito jura que dejó de darles entradas y pagarles los viajes a otras ciudades del interior de Italia para apoyar al equipo. Los Irriducibili aparecieron en la curva norte en 1987. Usan de blanco a jugadores negros y judíos. En el '92, después de ganar el clásico, Aaron Winter, el primer jugador negro de la historia del equipo, lanzó la camiseta a la tribuna. La hinchada la devolvió. En el derby del '98, pusieron una pancarta dedicada a un jugador judío de Roma: "Auschwitz es su patria; los hornos son sus casas". En enero del 2012, Djibril Cissé, delantero francés, anunció su transferencia al QPR. Las menciones en su cuenta de Twitter se llenaron de insultos: "Negro bastardo, los hinchas de Lazio te odian", "eres un mono enorme". Meses después, relata Quixano en El País, colgaron un cartel para el alemán Miroslav Klose, goleador del equipo: "Gott mit uns (Dios está con nosotros)", en referencia a un eslogan militar utilizado por los nazis. A Juan Sebastián Verón, a pesar de su tatuaje en el hombro con la cara del Che Guevara, lo adoraron.
"Son 300 delincuentes", manifestó Lotito tiempo atrás. Contra esos 300 delincuentes, contra la historia de fascismo, contra la falta de títulos, contra el idioma, contra el impresionante plantel de Juventus: contra todo eso tendrá que remar Marcelo Bielsa. Marcelo Bielsa será salmón en un río herido.