La influencia, positiva o negativa, que un técnico puede tener sobre un plantel, deriva finalmente en los resultados y en la productividad de una campaña. Y el gran ejemplo en Racing tiene a Diego Cocca como protagonista de esta historia, porque el entrenador que sacó campeón al equipo en 2014, pegó la vuelta este verano, y casi con el mismo plantel que el año pasado no daba pie con bola, resucitó sus ambiciones, ganó siete de los ocho partidos oficiales que jugó, se metió en zona de clasificación a la Copa Libertadores del 2018 y hasta se anima a pelear el campeonato a Boca, que ahora está a seis unidades.
El primer capítulo de la relación entre Racing y Cocca comenzó en julio de 2014. El conjunto de Avellaneda venía de obtener la peor cosecha de puntos en una temporada de toda su historia. Arrancaba en la tabla de los promedios sólo por encima de los recién ascendidos, más Godoy Cruz y Quilmes, con Rafaela y Colón ya en descenso directo.
Y pese a ese escenario, con una profunda renovación del plantel, en unos meses cortó una espera de trece años, para dar la vuelta olímpica ante Godoy Cruz.
Este año, para apagar el incendio que dejó un 2016 teñido de sombras, los dirigentes no dudaron en convocarlo nuevamente, y Cocca, pese a tener contrato vigente con Millonarios de Colombia, aceptó el desafío, y los resultados, aparecieron rápidamente, porque los jugadores transmitieron en sus declaraciones y en sus rendimientos, un cambio de aire positivo, porque la Academia recorrió su puesta a punto con un verano sin derrotas, y después, ya jugando por los porotos, debutó con un éxito en la Copa Sudamericana y se arrimó a los primeros puestos en el campeonato local, donde persigue dos objetivos, en paralelo: clasificar a la Copa Libertadores del año que viene y no bajar los brazos en la pelea por el título, en el ámbito local.
Con los mismos jugadores (Torsiglieri y Meli, los refuerzos, no marcar la diferencia), con un esquema clásico de 4-4-2, disimulando la ausencia de Lisandro López, por lesión, Cocca puso en marcha su inflador psicológico que revitalizó las ambiciones de Racing. La fórmula parece sencilla pero eficaz: actitud, orden y contundente, para devolverle los sueños a la Academia.