Diego hizo mucho por la renovación de la AFA post Grondona. Todavía queda en el recuerdo aquella reunión con el enviado de FIFA, Primo Corvaro, a quien el Diez bautizó “Camargo”.
“Ese se me quiso hacer el vivo, justo a mí”, recuerda Diego. Pero su trabajo fuerte estuvo con Chiqui Tapia a quien apoyó en aquella batalla contra Tinelli. Pero una vez en el sillón el nuevo mandamás de AFA nunca más lo llamó ni le atendió el teléfono. Y claro, en el idioma maradoniano, eso se llama traición...
“AFA es un desastre y la realidad es que hoy no le consultan nada a nadie, a ninguno de los que hicimos mucho por el fútbol argentino. Solo les interesa hablar con Macri. Chiqui Tapia me traicionó, clarito. Y no a mí solo eh, a muchos que creíamos en él. Hoy está llevando al fútbol argentino a ser Honduras, Costa Rica, con todo el respeto que ellos me merecen. A mí nunca más me llamó, después de todo lo que yo hice por él. Pero no solo él me decepcionó, sino también el de Lanús (Nicolás Russo) y Víctor Blanco. Ellos le tienen que decir: “Hermano, te estás equivocando”.
Este campeonato argentino de 30 equipos es una payasada. No puede organizar un partido homenaje y quiere armar esta payasada. Pero este es el resultado de haber escuchado a Tinelli, él fue quien rompió las bolas para que siga esto, con el famoso negocio de la televisación, otra estafa.
El negocio de la televisión es si a la gente le va bien y en Argentina cada vez hay gente con más hambre, mirá si van a pagar el fútbol”, dice Diego enojado.
Sin embargo Diego confía en poder hacer una nueva refundación y ve como el líder a su amigo, el presidente de Boca, Daniel Angelici. “Hay dirigentes y dirigentes. Hay dirigentes que se creen que por tener un lugar de privilegio le pueden sacar hasta un gajo a la pelota.
Y están los otros dirigentes, que tienen la pelota entera, que saben de esto, que saben del negocio, pero la mafia no los deja. Ese es el caso de Angelici. Yo tuve tres charlas con él y me pareció un tipo sensato, que ve la realidad. Mirá lo que es Boca, tiene un superávit de locos, tiene cien palos en el banco. Trae jugadores que levantan el nivel de la liga argentina. Vos te imaginás lo que sería el campeonato argentino sin Boca, por Dios. Ojalá le den bola a Angelici, ojalá pueda hacer...”.
El viaje a Diego lo cansa, a la ida llega dormido. Cualquiera diría que se aburre, todo lo contrario. Cuando entra al vestuario se transforma. Saluda a todos y comienza su día junto a Mohamed, su traductor, árabe, musulmán, a quien Diego vuelve loco. “¿Qué te tapas, nunca viste un tipo en bolas?”, le dice mientas se desnuda y atenta contra el pudor del Islam. Una hora y media de entrenamiento en el que Diego grita, corre, gesticula y deja en claro su idea.
“Menotti tenía su sello, Guardiola tiene su sello, Mourinho tiene su sello, yo tengo mi sello. Jugar bien a la pelota, tener la posesión de la pelota. Un equipo tiene que tener la pelota, los que corren son los maratonistas. A mí que no me vengan a joder con esos aparatos que te dicen que un jugador hizo la cancha ida y vuelta cuatro veces. Por favor. ¿Para qué sirve? Vos tenés que correr poco y correr con la pelota”, dice el Diez. Y enseguida le pega a aquellos entrenadores defensivos y más pendiente de la defensa que del ataque.
“Hicieron mierda el juego. Lo destrozaron. Se preocuparon más por el arco de ellos que por el arco de enfrente y el fútbol, maestro, siempre se jugó y se jugará haciendo goles en el arco de enfrente. El día que cambian las reglas y gane al que no le metan goles, entonces ellos serán campeones”.