El hervidero de la Bombonera, la presión de ganarle a Perú para acercarse al Mundial de Rusia, tendrá varias esponjas capaces de absorberlo todo: siete de los 23 subcampeones en Brasil 2014 están entre los convocados por Jorge Sampaoli para las últimas jornadas de las Eliminatorias. Más allá de la renovación del plantel, la vieja guardia vuelve al rescate de un seleccionado herido.
Alejandro Sabella construyó un plantel sólido en Brasil. Era un grupo fuerte, convencido, con experiencia y trajín. En la cancha, sabían lo que querían. No lucían como una galería de arte, pero contaban con la firmeza para no dejarse quebrar por ningún huracán. Así llegaron a la final contra Alemania, donde todo se derrumbó por una desatención que provocó un terremoto. Cinco de los once titulares en ese partido están entre los citados por el casildense: Sergio Romero, Lucas Biglia, Enzo Pérez, Lionel Messi y Javier Mascherano. Ángel Di María y Fernando Gago —que ingresó en el segundo tiempo— estuvieron entre los suplentes.
En Brasil, Argentina tenía el plantel con promedio de edad más alto de la Copa del Mundo. Tal vez esa experiencia lo acompañó durante los siete partidos. Ahora, Sampaoli planea rearmar la barca sobre la cual Sabella cruzó el Rubicón para llegar a Moscú. Romero jamás dejó el arco, y tampoco lo hará ahora, cuando en cada ataque peruano llene de dudas a los hinchas. Mascherano se reinventó como central en esta nueva etapa. Biglia, con el andar de los partidos, se convirtió en un elemento básico del combinado nacional. Enzo Pérez reingresó en la órbita nacional a partir de su buen presente en River: recuperó su verticalidad, su facilidad para romper líneas. Di María siempre funcionó como el hombre de descarga por la izquierda para los tres entrenadores que le siguieron a Sabella. Sampaoli rescató a Gago del ostracismo: el volante lo obligó a partir de su rendimiento prolijo en Boca. Y Messi es Messi.
Ellos siete, acompañados por las nuevas irrupciones —Paulo Dybala, Federico Fazio, Leandro Paredes, Gabriel Mercado, entre otros— serán los que manejen el vestuario, los que conduzcan al grupo, los que en cada conversación intenten bajar las ansiedades generales. Ellos siete, los más cargados de tensión a raíz de las últimas frustraciones del seleccionado, tendrán la obligación de conducir un vestuario bloqueado. Sampaoli desempolvó fórmulas viejas. Quizá la alquimia esté ahí perdida.