La Superliga nació, se desarrolló, ivernó y se recicló con un único motor: el poder. De la noción separatista al presente independiente de la AFA pero anclado al pulso de Claudio Tapia, existe una nueva puja por la conducción que encuentra como ocasionales aliados a River, San Lorenzo y la elite del interior: Rosario Central, Newell’s y Talleres. Por distintas ínfulas ese eje intentará conformar un frente común contra el estándar “de los grandes”
La mesa directiva de la Superliga tendrá lugar para siete titulares y dos suplentes y el argumento para las vacantes no tiene consenso. En épocas de Marcelo Tinelli, la liga de Primera sería el espacio de poder para River y San Lorenzo, los perdedores tras el pacto entre Daniel Angelici y Claudio Tapia que llevó a este último al sillón de Don Julio. Pero la ausencia del empresario televisivo dejó solo en la cruzada al titular de River, Rodolfo D’onofrio, quien delegó en el vice Jorge D’onofrio la estrategia para sentar a la mesa a distintos clubes entorno al Millonario.
La primera noción discutida fue que los llamados cinco grandes -Boca, River, Independiente, San Lorenzo y Racing- ocupen las plazas titulares y los dos restantes recayeran en un club “del interior” y un “chico”. Allí rápidamente se postuló Nicolás Russo y había picado en punta Atlético de Tucumán. El primero en bajarle el pulgar a esa conformación fue el D’onofrio, quien remarcó que aquellos que ya ocupan un lugar en el Nuevo Comité ejecutivo de AFA, no deben tener el mismo privilegio en la Superliga.
Con esa óptica el oficialismo quedaría fuera del esquema por contar con vicepresidencias (Boca e Independiente), Secretaría (Racing) y un puesto como vocal (Lanús). La idea fue apoyada con vehemencia por Rosario Central, pero con otros argumentos: la convocatoria como local de su equipo y cantidad de socios supera a varios de los más populares y consagrados del área metropolitana. En la misma línea se apoya Talleres que recurrió a la estadística más próxima: en la fecha de los clásicos, el Kempes albergó 57 mil espectadores: cinco mil más que en Avellaneda para alentar al Rojo y siete mil más que en la Bombonera por el Superclásico.
River, San Lorenzo, Talleres, Central y Banfield, constituyen -o parecen encaminarse a ello- un bloque que cuenta también con Atlético Tucumán y Vélez. La contracara está centralizada con Boca, Racing, Independiente, Lanús y Newell’s. En tanto, Estudiantes -con la presencia de su vice Pascual Caiella, se mueve como independiente organizando las reuniones y se erige como un pacificador para encontrar un punto medio de inclusión.
La versión más salomónica es la de la alternancia: un periodo para River, el siguiente para Boca y de esa manera encolumnar posturas afines y que la única discusión sea qué grupo comienza primero. Las fichas no se acomodan aún en el tablero y lo que siguen serán días de mucha estrategia y discusión para que la mentada Superliga se cristalice en agosto.