Le bastó una semana para lograr el milagro. De un equipo sin alma, que era humillado por cualquier rival, sin una línea de juego y con bajísimos rendimientos individuales, Boca pasó a ser la cara opuesta gracias al trabajo de su nuevo entrenador, Rodolfo Arruabarrena. Con un par de charlas, donde marcó pautas claras y estableció un orden, más una serie de cambios claves, el Vasco consiguió que el xeneize volviese a tener un rendimiento respetable, capaz de ilusionar nuevamente a su gente.
Y si bien es cierto que aún está lejos de brillar y que todavía le falta para ponerse la pilcha de candidato, al menos estableció diferencias claras y positivas, respecto a la etapa anterior, dirigida por su maestro, Carlos Bianchi.
La gran pregunta es, entonces, para todo el ambiente futbolístico: ¿qué fue lo que hizo el Vasco Arruabarrena en sólo una semana para que Boca sufra un vuelco tan marcado con casi los mismos jugadores?. Y en ese camino intentaremos explicarlo en algunos puntos claves:
El mensaje a los jugadores: Desde el primer día (dos antes de enfrentar al puntero Vélez), les dejó en claro que lo único que no se negocia es la actitud. Y el plantel le respondió con creces, jugando el partido como si fuese una final, pasando por arriba al rival.
Pautas claras: Sin fórmulas mágicas, logró que el equipo adquiriera un funcionamiento aceitado, en base a "orden, compromiso y posesión de pelota". Así no sólo le ganó a Vélez, sino que estuvo a punto de vencer también a Central,. en Rosario, por la Sudamericana. Y si bien bajó su rendimiento frente a Olimpo, en los tres partidos superó al rival, intentando imponer un estilo, de pelota contra el piso, apostando a atacar y sin descuidarse en defensa.
Cambios oportunos: El Vasco metió mano en el equipo y acertó de punta a punta. Sacó a los tres más criticados por su bajo nivel, que eran Grana, Zárate y Bravo; y le dio rodaje a otros que estaban postergados, con mérito principal en las inclusiones de César Meli, Nicolás Colazo y Leandro Marín, tres futbolistas que terminaron siendo figuras. A ello le sumó un movimiento táctico clave, el de pasar a Cristian Erbes como volante central, donde se siente más cómodo y rinde más.
Fortaleció la defensa: Con las inclusiones de Marín y Colazo por los laterales, la ratificación de Echeverría y el respaldo al Cata Díaz, encontró a los cuatro del fondo. Pero para no dejarlos tan solos, le sumó a dos volantes centrales, Erbes y Meli, con mucho despliegue y recuperación. Eso, más la vuelta de Gago, un poco más suelto, le dio el orden defensivo que necesitaba.
Presión para recuperar y atacar: Fue tal vez uno de los movimientos tácticos más notables, en este juego de diferencias con la etapa del Virrey. Desde ese compromiso con el esfuerzo, del medio hacia arriba se empezó a presionar sobre la salida del rival, para recuperar la pelota rápidamente y ejercer la posesión de la misma el mayor tiempo posible, dándole un destino claro y sin caer en el recurso repetido del pelotazo al delantero de punta.
En fin, diferencias claras, que ayudan a entender un poco más las razones de un cambio positivo.
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