El resultado es lo de menos, esto recién empieza”, escribió en sus redes sociales Emanuel Russo, el cantante y volante por derecha de Central Ballester, luego de la estrepitosa caída 8-0 frente a Independiente. Y la suya es una de las tantas historias que la Copa Argentina ha puesto de relieve, al generar el contraste tan grande entre los equipos grandes y los más humildes del interior o del ascenso.
Russo es uno de los tantos jugadores del ascenso que deben combinar sus entrenamientos con otros trabajos. Ahí es dónde se remarca la particularidad de la Copa Argentina: Por noventa minutos, las realidades dispares se igualan y las sorpresas son el principal atractivo de la competencia.
Emanuel Russo es el cantante del grupo Inconsciente Colectivo, un grupo musical que lleva su arte por los bares y restaurantes de Lanús, contagiando las veladas con un sonido agradable y buena onda. El volante acomoda sus entrenamientos en el Canalla por la mañana y los ensayos por la tarde, en busca de un progreso. “Esto recién empieza”, asegura sin temor a lo que viene.
Hace más de 3 años que la banda empezó a sonar y con su música alegrar los distintos escenarios de la región. “La buena música es al alma lo que el baño de agua es al cuerpo”, expresó el jugador, que por si quedan dudas de su doble pasión, dónde vaya lleva consigo la pelota y su guitarra.
Bajo esas condiciones adversas muchos equipos han enfrentado a los históricos de primera y hasta los han eliminado, como Sarmiento de Chaco a Racing. Pero la mayoría de las veces pierden y hasta por goleada.
Según la disposición de AFA, el salario básico de un jugador de la B Nacional debe ser de 17.500 pesos por mes, uno de la B Metropolitana debe percibir al rededor de 16.000, uno de la C ganará 12.500 y cabe recordar que la D, donde milita Ballester, es amateur.
Otro caso pintoresco es el de Federico Ricciardelli, que se encarga del kiosco de su familia ubicado a metros del Shopping de Avellaneda, con la misma seguridad con la que se calzó el buzo y los guantes para defender los tres palos de General Lamadrid en el último torneo.
Jonathan Smith, el volante central que hace días le disputó el mediocampo a Israel Damonte en el duelo entre Victoriano Arenas y Huracán, también tuvo que ingeniarselas y no sólo para marcar a un rival que lleva 15 años jugando en primera división. El Corto, tal su apodo, se calza por la camiseta con la 5 en la espalda y por las tardes se veía obligado a trabajar en una estación de servicio.
Volviendo al caso de Central Ballester, su viaje a Formosa para jugar un día de semana (viernes) ante Independiente también complicó a varios de sus players. Es que su arquero Juan Pablo Ghiglione, conductor de trenes, Leonardo Lenciza, que trabaja de barrendero, el defensor, Iván Rojas, empleado de una farmacia, y Leonel Rodríguez, empleado en un taller mecánico, que tuvieron que pedir permiso en el trabajo para poder jugar por la Copa Argentina.