Fue cinco minutos antes del comienzo del partido cuando le ofrendaron al villano en esta historia -el presidente de Boca, claro- un directo y sin eufemismos "Angelici botón, sos un hijo de p... la p... madre que te parió". Antes de la muestra que aunó a populares y plateas, palcos y balcones, algunos ya habían colgado banderas con frases para la ocasión como "Eternamente gracias virrey" y otras por el estilo.
Si efectivamente en su despedida al plantel Bianchi le dijo a los jugadores que los miraría por la pantalla, los hinchas no se esmeraron para que también le llegara su mensaje, porque el único que fue dirigido a su recuerdo se produjo antes del comienzo del segundo, tibiamente y como cosa de un grupito, desde la cabecera que le da la espalda al Riachuelo. "olé olá; a Carlos Bianchi no lo vamos a olvidar", que se perdió entre otros cantitos o aplausos que tenían confundido a Cacho Laudoño, que pensaba desde adentro la cancha que era el director de esa orquesta despareja de elogios y puteadas.
"El hincha de Boca tiene memoria, gracias por todo Carlos. jugador número 12", fue el pasacalles que la barra brava colgó detrás del arco que da a Casa Amarilla, junto a otra más estadística y con la misma rúbrica aunque con un título de más: "Gracias Carlos: 2 copas del mundo, 3 Libertadores 5 títulos locales (sic)... siempre en el corazón de los bosteros".
A falta de cantitos, hubo alguna bandera y un par de cartulinas. La puteada al presidente acaso es porque le puso fin al ciclo, como si fuese cualquier otro. Pero anoche, a juzgar porque La Bombonera no habló, parece que los 20 meses habían sido suficientes para desencanto. Nadie quería que lo echaran, pero todos ya sabían que la taba no cambiaba.
A juzgar por la actuación y el rendimiento de los mismos jugadores que no daban pie con bola bajo las órdenes del Virrey, ya puede volver a dormir otra siesta como las que tanto le gustan. La cama, por lo visto, ya está tendida.