Cuando dirigió a aquel Racing de 2014 que salió campeón, Diego Cocca estaba en la cresta de la ola, aunque estuvo a punto de ser cesanteado por problemas que ahora recrudecen. Sus formas y modos imperativos de relacionarse con el plantel le están causando más de una dificultad. El caso testigo de Agustín Orión. Mensajes y señales que lo terminan aislando y quitándole crédito.

Cuando un equipo gana, todo parece marchar bien. Hasta lo que marcha mal. Cuando un equipo gana todo queda sepultado debajo de las alfombras. Aunque si uno mira con cierto detenimiento puede observar que falta pulcritud y un mayor grado de higiene. Cuando un equipo gana prevalecen en el ambiente del fútbol las miradas complacientes, elogiosas y en algunos casos genuflexas. Son, en definitiva, las miradas de la victoria.

Diego Martín Cocca fue el técnico que en la segunda mitad de 2014 ganó con Racing un campeonato de 19 fechas. Pero Cocca por aquellos días transitó por dificultades (resultados iniciales negativos, sinuosa relación con algunos integrantes importantes del plantel y contacto quebrado con las inferiores), que por muy poco no lo dejan afuera de la Academia. Es más: estuvo a un paso de quedar desvinculado antes de consumirse las diez primeras fechas.

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Después, la consagración de Racing postergando a River (claramente el mejor equipo del torneo) promovió una mirada particular sobre las capacidades reales de Cocca. Y se lo sobrevaloró en virtud del triunfalismo que ataca sin pausas. Lo mismo había ocurrido antes con Mostaza Merlo cuando fue el entrenador que dirigió a Racing en el campeonato que conquistó en diciembre de 2001. Merlo nunca adquirió la altura de un entrenador importante. Sin embargo, durante algunos años, Merlo para Racing parecía ser más reivindicado que Juan José Pizzuti, mentor de aquel magnífico “equipo de José”, campeón de la Copa Libertadores e Intercontinental hace ya cuatro décadas.

Con el tiempo y con resultados que en etapas posteriores no lo acompañaron, a Merlo comenzaron a verle sus fallas de origen. Y aunque en Racing lo siguen evocando con gratitud por las señales del pasado, nadie desconoce que Mostaza nunca levantó vuelo.

¿Qué tiene que ver todo esto con Cocca? Que no es el técnico que los hinchas de Racing idealizaron a partir de la conquista de 2014. Y que tampoco tiene una muñeca sensible e inteligente para administrar sin fisuras su relación con el plantel. La autoridad no se demuestra arrojando públicamente debajo de un camión a un jugador, como lo hizo con Agustín Orión después de la victoria de local ante Atlético Tucumán por 4-3.

¿Qué tiene que ver todo esto con Cocca? Que no es el técnico que los hinchas de Racing idealizaron a partir de la conquista de 2014. Y que tampoco tiene una muñeca sensible e inteligente para administrar sin fisuras su relación con el plantel.

Estas actitudes que revelan imprudencias y falta de tacto no pasan por alto en ningún grupo. Son mensajes que al conductor lo terminan aislando. Quitándole crédito. Podrá afirmarse que un entrenador tiene que tomar decisiones. Sacar y poner jugadores. Elegir a Fulano o a Mengano. Y es cierto. Es su función. Pero Cocca no mide sus efectos. Ni sus palabras ante las distintas audiencias . Y estas aventuras nada recomendables se pagan.

El desplazamiento anunciado de Orión y su salida fulminante del club pocos partidos antes de que finalizara el campeonato, expuso a Cocca. No lo fortaleció. Por el contrario: lo debilitó frente al plantel. Y lo debilitó tanto que hoy su figura no genera grandes adhesiones en el vestuario de Racing. Habría que reconfirmar que el vestuario no es otra cosa que el espacio físico y simbólico de los jugadores.

Habló de méritos Cocca en los últimos días para darle la titularidad a un jugador o para reemplazarlo. E invocó un término utilizado en estos tiempos: “meritocracia”. Colocó esa palabra arriba de la mesa. La hizo propia. Se ubicó en el rol del técnico capanga. Del que dice “entrá” o “salí” sin explicaciones. Y no es así.

Habló de méritos Cocca en los últimos días para darle la titularidad a un jugador o para reemplazarlo. E invocó un término utilizado en estos tiempos: "meritocracia".

Si Cocca cree que está dirigiendo en Europa, donde los entrenadores parece que estuvieran subidos a una torre de marfil, se equivoca. Está dirigiendo en la Argentina. Su voz no es “la voz”. Ser técnico de un club más grande o más chico no le da chapa de líder a nadie en particular. Hay que ganarse los liderazgos. Todo se construye día tras día. Los modos y las formas de Cocca no provocan empatía. Alejan. Y no crean condiciones favorables.

No es que Cocca tenga que ir al pie de los jugadores. Nadie tiene que ir al pie de nadie. Mandar puede mandar cualquiera. Y Cocca denuncia que quiere mandar. Convencer o persuadir, en cambio, le da contenido a una dimensión del encuentro compartido más enriquecedora. Y más plena para todos.

Claro que estas evidencias salen a la luz porque Racing tiene una marcha espasmódica por el campeonato. Y Cocca está enfocado. Aunque sea el mismo Diego Martín Cocca de siempre.

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