Bombonera repleta, el cariño de la gente y un cantito muy especial con dedicatoria para el gran goleador de la historia xeneize. “Vos nos diste los goles, vos nos diste alegría”, decía el estribillo.
Muchas gracias, Palermo... Vos nos diste los goles, vos nos diste alegría, lo que hiciste por Boca no se olvida en la vida...”. Este fue uno de los cantos más representativos que anoche ensayaron los hinchas de Boca para vestir el homenaje a Martín Palermo, a quien ninguna persona que sienta al menos algo por el xeneize podrá olvidar.
El público empezó a invadir la Bombonera desde temprano, pero a poco más de 30 minutos de comenzar el espectáculo había hasta 9 cuadras de cola para ingresar. Cuando comenzó el partido homenaje todavía había algunos claros en las tribunas, producto de la lentitud con la que se ingresaba, claros que de a poco se fueron llenando con el transcurrir de la noche.
La gente lo saludó con un “aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, los goles de Palermo que ya van a venir”, cuando el Titán apareció a las 20.10 por la boca del túnel. Pero su derrotero comenzó mucho antes. A las 19 salieron tres micros del Hotel Intercontinental, donde se alojaron tanto el Titán como los invitados especiales a la fiesta. Martín viajó en uno de los micros, descapotable, para saludar a la gente en el trayecto a la Bombonera, mientras que los otros se trasladaron en los dos micros restantes.
En el estadio lo esperaban banderas, sobre todo una con su cara con fondo blanco, que decía “mi único héroe”, firmada por la Doce -inevitable referencia indirecta a Juan Román Riquelme, ¿sí? Otro “trapo” también destacaba otra frase ricotera: “Las despedidas son esos dolores dulces”. En otro sector, una bandera decía: “Extrañarte siempre, olvidarte jamás”. O las remeras azules con letras amarillas que rezaban “gracias Martín”. Ejemplos de cómo el cariño del público se volcó en un pedazo de género con los colores de Boca.
El gol de Palermo fue festejado como si fuera el de la final de la Copa Intercontinental a Real Madrid. Además, y pese a que el foco de la fiesta era el homenaje al goleador, la gente tuvo tiempo de acordarse de River (“el que no salta, se fue a la B”), y algunos -no muchos, pero se notaron- se le animaron al “Riquelme, Riquelme”. Que al fin y al cabo y más allá de rencillas personales, es otro ídolo de Boca. Y a los hinchas no les interesan los enredos de alcoba. ¿La nota llamativa? Los silbidos a Pablo Migliore cuando el hoy arquero de San Lorenzo ingresó.
Fue una noche que el fanático Xeneize no olvidará jamás. Como no olvidará ninguno de los goles de Palermo, ninguna de las innumerables alegrías que él les regaló, ninguno de los títulos y de las copas a las que él contribuyó con su inigualable capacidad goleadora. Y se lo tributaron de la mejor manera.


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