Frente a Italia y España en el horizonte inmediato, se mezclan las viejas y siempre renovadas imágenes del pasado y las postales del presente. La necesidad impostergable de que Messi haga la gran diferencia en el Mundial, como dijo Passarella respecto a Maradona hace 32 años. Sin un Messi notable que ilumine lo que hoy está copado por las sombras, Argentina no tiene chances objetivas en Rusia 2018.

En las horas previas a los partidos de este viernes ante Italia en Inglaterra y el próximo martes frente a España en Madrid, es válido elaborar una pregunta muy extendida y frecuentada por el ambiente: ¿qué sería de la Selección sin la presencia de Messi? La respuesta despojada de certezas, habría que encontrarla observando el pasado. La Selección sería algo muy parecido a lo que fue aquella Selección desangelada que dirigía Carlos Bilardo en los avatares de México 86, pero sin la presencia de Maradona.

Messi hoy encarna la idea de que consagrarse campeón del mundo en Rusia puede ser posible. Sin él, esta hipótesis no tendría ningún sentido. Sin Maradona, la Selección de Bilardo, tampoco tenía ninguna expectativa en México 86.

“Cualquier selección que hubiera contado con Maradona habría salido campeón del mundo. La gran diferencia la hizo él”, dijo Daniel Passarella poco después de la conquista de Argentina en México 86. ¿Passarella exageró, fruto de su relación quebrada con Bilardo y de la enfermedad parasitaria que lo sacó de la competencia en la concentración del Distrito Federal? Lo único que le faltó agregar a Passarella es que cualquier selección con una historia futbolística valiosa (Brasil, Francia, Bélgica, Alemania, Uruguay, Italia, Inglaterra) que tuviera a Diego, se hubiera consagrado.

Ahora, con Messi, 32 años después, aquella película inolvidable protagonizada por otros intérpretes parece querer reflejarse en el presente. Porque Messi expresa “la gran diferencia” a la que invocaba Passarella cuando sin apelar a los medios tonos hablaba de la influencia decisiva de Maradona.

La realidad es que si en los meses y días previos a México 86 no había una Selección argentina en marcha, ahora tampoco hay evidencias de que exista una Selección armada. No la hay. Es una auténtica incógnita.

Jorge Sampaoli tiene a mano lo que Bilardo no podía mostrar: arribó como entrenador de Argentina hace menos de un año. Bilardo, en cambio, no había logrado construir una estructura ni un perfil de un funcionamiento aceptable con tres años y medio en el cargo. Y así llegó Argentina al Mundial: con una mano atrás y otra adelante. Y con Maradona como la única esperanza.

Sampaoli tenía 26 años cuando Diego descolló en México con 25 años. Imaginar que viene soñando con un Messi en estado de gracia en Rusia 2018 para iluminar todos los caminos que hasta el momento aparecen cubiertos por sombras, no parece de ninguna manera un episodio fuera de contexto.

Se repite desde hace años, con razón, que Messi solo no va a ganar un Mundial. Claro que no habría que dejar de comentar que Maradona solo ya lo ganó, aunque se reconocen las compañías. Pero ninguna compañía (ni Burruchaga, Valdano, Giusti o Héctor Enrique) estuvo ni cerca de volar a las alturas que voló Diego.

Estos dos partidos ante Italia (eliminada del Mundial) y España quizás servirán para ir midiendo la probable estatura de la Selección. Por supuesto nada definitivo. Son innumerables los casos de selecciones que llegaron a los mundiales poco menos que deshauciadas (por ejemplo, Brasil en México 70, Italia en España 82, Argentina en México 86, Italia en Alemania 2006) y que en plena competencia fueron encontrando su mejor versión hasta concluir en una vuelta olímpica.

Messi Mundial 2014

Para tener chances reales, los rasgos más plenos de Argentina tendrían que expresarse con un Messi extraordinario. Muy superior a la imagen errática que mostró en Brasil 2014, cuando desde octavos de final en adelante (frente a Suiza, Bélgica, Holanda y Alemania) apenas insinuó su desequilibrio ofensivo.

Ese Messi de Brasil 2014 no le terminó alcanzando a la Selección. Es cierto que aunque Messi estuvo lejos de romperla, Argentina casi gana la tercera Copa del Mundo. La “gran diferencia” que según Passarella supo atesorar Maradona en México, es la vieja deuda de Messi con la camiseta nacional. Una deuda que mal que les pese a todos los acríticos de Messi, solo podrá saldarse en Rusia 2018.

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