Almafuerte dijo: “Si te caes una vez, te levantas; otras diez, otras cien, otras quinientas.
No han de ser tus caídas tan violentas, ni tampoco por ley, han de ser tantas”. El Independiente de Ariel Holan sumó su tercer empate en tres jugados; no hay que hablar de caÍdas, es cierto, pero ese sabor tienen las igualdades para su gente, para los jugadores y para el cuerpo técnico.
La de anoche dolió más porque fue en el terreno internacional, el que más entusiasma a Independiente históricamente. Ante un rival que propuso poco, al que dominó casi a voluntad (sobre todo en el segundo tiempo) al que le pateó 19 tiros de esquina, al que le generó diez situaciones claras de gol, entre ellas un penal. Y no ganó. Cosa de Mandinga.
Durante toda la primera parte nunca terminó de armarse el partido. Porque Independiente buscó protagonismo desde el vamos y lo encontró en base a la velocidad de Rigoni por la derecha y las gambetas de Barco del otro lado. Pero eso no le alcanzó para lastimar al equipo peruano que, con un desborde del tristemente recordado por los hinchas del Rojo Germán Pacheco por la izquierda, fue el primero en generar peligro serio.
El local respondió con una escapada de Rigoni que, en el primer palo tapó Butrón. Hasta que llegó el penal para Independiente: De la Haza le tocó el pie derecho a Barco desde atrás y lo hizo tropezar con su otra pierna; pero Gigliotti, buscando revancha de aquel remate malogrado frente a Barovero en su último Superclásico, pero lo pateó igual y también se lo atajaron.
EL PENAL ERRADO DE EMMANUEL GIGLIOTTI
no se jugaban 20 minutos y, esas ráfagas interesantes que había mostrado el equipo de Holan hasta allí, desaparecieron afectadas por el golpe anímico. Campaña debió lucirse en dos ocasiones para tapar primero un cabezazo de Araujo primero y un gran tiro libre de Aguiar después. Recién un rato antes del descanso Independiente recuperó algunos bríos, levantó a su gente y se acercó con un intento doble de Domínguez primero y Rigoni después.
En la segunda parte, resuelto y enardecido como una fiera herida, el Rojo fue a la carga con valentía y pasajes interesantes de fútbol, aún comandados por Rigoni y Barco. Y acumuló méritos: Erviti tapado justo tras un pase de Tagliafico desde el piso a Barco y una gran asistencia; Rigoni, solo, de zurda cruzado afuera; Rigoni de zurda y Butrón tapó con un pie; Albertengo mano a mano ante Butrón en dos ocasiones; Albertengo apenas desviado; Benítez solo, de zurda afuera tras una gran pared fantástica.
No lo pudo ganar. Como contra San Martín de San Juan (con Ardente de figura) y como contra Vélez. Los tres de local. Cosa de Mandinga, en la casa del Diablo.
comentar