Porque no es una buena experiencia convocar a Messi y no poder utilizarlo por una presunción de desgarro. Todo lo contrario. Es una experiencia no deseada. Y si a esa ausencia se le sumó que tampoco pudo estar el Kun Agüero, el partido ante Italia perdió algo de valor y sustancia.
¿Y si Messi se engripara durante el Mundial y no podría jugar un par de encuentros, como le viene sucediendo desde que se desgarró el 2 de abril pasado frente al París Saint Germain? Hay que sincerarse y no disfrazarla: sin Messi, la Selección no es un candidato de fierro para conquistar el Mundial. Y sin Messi ni Agüero, menos. Sabella lo debe saber como lo saben todos los que frecuentan el fútbol.
¿O acaso Argentina sin Maradona habría ganado en
México 86? La respuesta es clara: sin Maradona, la Copa del Mundo se la llevaba otra selección. Si Diego fue irreemplazable, Messi también lo es, aunque el triunfo ante Italia pueda confundir algunos análisis en virtud del resultado y de algunos pasajes interesantes. En la emergencia y en el marco de un partido amistoso, el saldo fue favorable. La Selección se bancó con ritmo y desequilibrio ofensivo la ausencia de Messi, aunque esto no significa que no lo extrañó. Sería como sospechar que Holanda, en su momento, no extrañó a Cruyff. O Brasil a Pelé. O Argentina a Maradona.
Para la ocasión, Sabella pudo respirar tranquilo. El equipo respondió. Porque aunque Messi no haya estado en la cancha, sus duendes no dan tregua. Y las comparaciones, mucho menos. Este era el desafío. Más grande o más pequeño. Pero un desafío al fin. La Selección ante un rival en proceso de experimentación futbolística como Italia, funcionó sin dejar al descubierto zonas oscuras. Aprobó. Sin grandes luces, sin grandes sombras.
¿Qué le quedó a Sabella, más allá del sabor del triunfo y de un grupo definido de jugadores que se consolida? Seguramente, el sueño de poder contar siempre con Messi. Desde un perfil atendible de la diplomacia se podrá argumentar que fue positiva la circunstancia de no tenerlo en un partido para probar otras variantes, como ya ocurrió en los últimos dos cruces por Eliminatorias (en los empates ante Colombia y Ecuador), cuando entró en los últimos minutos de los dos encuentros, recuperándose de una lesión muscular.
Está bien. Son conceptos políticos. Pero no reflejan sensaciones bien documentadas. No es atractivo, salvo para los adversarios eventuales de Argentina, perder a Messi ni aunque sea en un entrenamiento. Por eso, ojalá que haya sido la última vez.