A Pablo Pérez lo sacaron del entrenamiento porque tuvo una reacción innecesaria: ante las constantes gambetas del juvenil Tomás Fernández, el volante le pegó dos patadas, la segunda completamente fuera de lugar para una práctica.
Automáticamente, Gustavo Barros Schelotto lo expulsó del entrenamiento. Se fue, se bañó y se fue en el auto hasta su casa, incluso antes de que sus compañeros culminen la práctica.
Minutos después, en diálogo con un periodista de Fox Sports, el mediocampista contó su versión: "Había un juvenil de la reserva que me estaba volviendo loco, me había pasado tres veces. A la cuarta me calenté y le pegué una patada. Me sorprendí cuando Gustavo me expulsó. Mañana voy a pedir perdón y si tengo que hablar con el cuerpo técnico, lo haré", dijo en un intercambio de mensajes de texto.
El cuerpo técnico, sin embargo, no aplicaría ningún tipo de sanción contra el jugador que podría recuperar la titularidad el próximo domingo, en La Plata, contra Estudiantes.
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