En el Monumental,
Lisandro Magallán puso en ventaja a la visita a los 22 minutos del primer tiempo, mientras que
Germán Pezzella emparejó a los 33 del complemento.
El empate salvó el invicto de River y le aseguró mantenerse como único puntero al finalizar la presente jornada: con 22 puntos, aventaja por cuatro a Independiente (visita el lunes a Godoy Cruz). Boca quedó a ocho unidades de la cima.
La pésima actuación de Vigliano desnaturalizó todavía más el desarrollo. En su primer Superclásico, el arbitro sancionó incorrectamente
un penal en favor de River, que significó además la injusta expulsión de Fernando Gago. Por el contrario, no echó a Gabriel Mercado por una durísima falta a Emanuel Insúa y nunca encontró las riendas.
El escenario previo a la apertura del marcador mostró la esforzadísima lucha de ambos equipos por adaptarse a las adversas condiciones del campo de juego, lleno de agua y donde la pelota se trabó desde el pitazo inicial. Allí se exhibieron los perfiles: River intentó asumir la iniciativa y Boca se plantó para sorprender de contragolpe.
Se sabía que, en un terreno hostil para la circulación,
la pelota parada sería un arma clave. Todavía en los primeros bríos, Boca la aprovechó a fondo y se puso en ventaja gracias al oportuno anticipo de Magallán.
Las intenciones de ambos se acentuaron tras el 1-0: River redobló sus esfuerzos por meter a Boca contra su área, mientras la visita se retrasó unos metros más. En ese pasaje, el equipo de Marcelo Gallardo tuvo tres chances nítidas para alcanzar el empate: una arremetida de Teo Gutiérrez, a quien se le escapó la pelota en el control cuando estaba para someter a Barovero, un cabezazo de Gabriel Mercado que se estrelló contra el poste derecho, y un mano a mano que Agustín Orion le tapó a Ramiro Funes Mori tras un rebote.
El recorrido final de la primera parte dio lugar para la
Mise en scène de Mauro Vigliano. De ahí, Mora tuvo una inmejorable oportunidad para emparejar el tanteador, pero su remate se fue muy por encima del travesaño. Y hubo tiempo para algo más:
un gol anulado a Teo Gutiérrez por una posición adelantada que arrojó muchas dudas.
En el entretiempo los entrenadores reagruparon fuerzas: Gallardo quemó las naves con Lucas Boyé (delantero) en lugar de Leonel Vangioni (defensor), para tirar la pelota por el aire y sorprender en la segunda jugada, mientras que Rodolfo Arruabarrena intentó compensar el hombre de menos con la inclusión de Emanuel Insúa (defensor) por Federico Carrizo (mediocampista ofensivo).
La tesitura del encuentro no varió, pero hubo una diferencia clave: Orion falló por primera vez en toda la tarde y
Pezzella capitalizó la defectuosa respuesta del arquero tras el cabezazo inicial.
Mérito de Gallardo, que había mandado a la cancha al defensor para que se moviera como un centrodelantero, habida cuenta de sus aptitudes en el juego aéreo y que poner la pelota contra el piso era un imposible.
Más tarde, el local también se quedó con un hombre menos por
la expulsión de Funes Mori, quien le cometió una dura infracción a César Meli. Y ambos dispusieron de una ocasión propicia para llevarse todo el botín: Boca la tuvo en el pie derecho de Andrés Chávez, cuyo remate se fue muy cerca del poste derecho, y River estuvo a punto de desnivelar en una aparición final de Boyé.
Fue un Superclásico desvirtuado desde afuera, pero también desde adentro. Quedará en el recuerdo la polémica sobre si debió jugarse o no. Y una certeza al final: el empate le quedó bien.