El Muñeco no cambia. No le importan las circunstancias, ni los rivales y menos aún el torneo. Menos aún si es un Superclásico posterior a la final de Madrid. River salió a jugar y va a salir a jugar en los cruces de la copa con la misma idea que se vio esta tarde en el Monumental. No negocia los valores de la presión alta, de la tenencia, el protagonismo y la búsqueda del arco de enfrente aún sabiendo que ponía en riesgo el prestigio si en alguna contra o algún centro sufría un gol. Gallardo sabe que jugando así alguno de los dos partidos va a ganar y con eso le basta para volver a pasar a una final de copa.
El entrenador de Boca no quiso perder y no quiere perder, es lo único que está en su mente. Sabe y no va a cambiar porque el único modo de tener una chance es cuidar más el arco propio y apostar a que haya la menor cantidad de goles posibles. No dejar jugar a River, cortarlo, enfriarlo, sacarlo de ritmo y dejarle la pelota para que la maneje y apostar a la contra, a la pelota parada, y al error involuntario del rival. No quiere Alfaro padecer lo que sufrió el Mellizo y va a morir con sus botas, las que lo trajeron a este momento de su carrera.
De este partido sale la muestra que Paulo Díaz va camino a ser titular y allí deberá definir Gallardo si sale Pinola. Los laterales y los volantes no cambian y apenas hay una luz con el tema de Juanfer Quintero que estará listo para regresar en las semifinales. Arriba Borré, Pratto y Suárez están en un nivel de absoluta titularidad y allí deberá intervenir el DT para elegir.
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Para Alfaro todo es construcción porque tiene muchos jugadores, se le lesionaron varios titulares que van a llegar con lo justo y está el tema de Tévez y las repercusiones que puede causar que no haya sido titular en el primer clásico de los tres que se van a jugar. Además tiene que ver qué hace con De Rossi y si sostiene este 4-1-4-1 que dejó al equipo muy metido atrás y jugando todo el tiempo en campo propio. Alfaro tiene un tiempo de trabajo y decidir qué hacer con la apuesta y con los nombres propios.
Este partido iba a significar mucho para Boca si perdía y por eso se cuidó. Los recaudos los tiene el Xeneize que tras la derrota de Madrid está todo golpeado y no sabe cómo va a soportar una nueva eliminación. Para Boca no perder es un alivio. Para River es todo más relajado y sin presiones porque sabe que si sucede lo peor nada le va a quitar lo mejor. Boca en cambio jugó este partido con el peso letal de la finales perdidas y las eliminaciones anteriores. La herencia de esa mochila la sufre Alfaro y se nota en los planteos y en lo que viene.