Entre algunas tendencias que florecen en el fútbol nacional, hay una que revela el protagonismo de las actitudes condenables. Los entrenadores que señalan en público a sus dirigidos como los culpables de una producción discreta, quizás son los emergentes de una sociedad capturada por el individualismo. Las resistencias de antes. Las aprobaciones de ahora.

Siempre hay nuevas tendencias que asoman en el fútbol argentino. Tendencias tácticas (por ejemplo el 4-2-3-1 como dibujo ofensivo), tecnológicas (con un perfume a verso avasallante) y también otras tendencias orientadas a buscar y encontrar chivos expiatorios y entregarlos a la carnicería de las audiencias mediáticas.

Los entrenadores, sujetos a las presiones del ambiente, vienen experimentando una estrategia muy lamentable cuando después de los partidos enfrentan a la prensa: suelen lavarse las manos y descargan sus frustraciones en los jugadores que conducen. ¿Cómo lo hacen? De manera directa y pública les marcan los errores que cometieron, mostrándose al margen de las flaquezas que pueden denunciar los equipos que dirigen.

Ya lo hizo Diego Cocca con Agustín Orión cuando luego del 4-3 de Racing sobre Atlético Tucumán expresó que “muchos jugadores transmitieron inseguridades y Agustín fue uno de ellos”. Y volvió Cocca a pegarle palazos al plantel en ocasión de la derrota 3-0 ante Temperley: “No me gusta entrar a una cancha sabiendo que hay que hacer tres goles para ganar un partido. Temperley desnudó algunas de nuestras falencias. Sabíamos que le iban a tirar centros al nueve que cabecea bien y no lo resolvimos”.

LEA MÁS:

El último domingo, Humberto Grondona, después de la caída de Arsenal por 3-0 contra Boca fue por el mismo camino que Cocca. Y comentó con tono resignado y compungido: “No todos los jugadores de Arsenal se esfuerzan como si lo hacen los muchachos de Temperley en forma pareja. En Arsenal algunos lo hacen, otros no”.

¿Qué significan estos episodios deplorables que los técnicos protagonizan y que tienden a propagarse como se propagan algunas causas innobles? Que, en principio, gozan de cierta aceptación popular. No son condenados. Tampoco reivindicados, pero aquel entrenador que sale a contarle las costillas a un jugador para transferir responsabilidades, curiosamente no está mal visto.

¿Qué significan estos episodios deplorables que los técnicos protagonizan y que tienden a propagarse como se propagan algunas causas innobles?

¿Qué hubiera ocurrido hace unos años? ¿O hace un par de décadas? Ese técnico tendría que lidiar con el cartel de botón o vigilante. Y encontraría severísimas resistencias en cualquier plantel. Tantas resistencias como conflictos insuperables que podrían terminar mal. O muy mal.

Hoy, en cambio, todo es más light. Como alguna vez afirmó el entrañable Roberto Perfumo, “vivimos en el marco de una sociedad que adoptó una cultura light y todo es más light, incluso el fútbol”.

La realidad es que por dentro y por afuera del fútbol parecieron naturalizarse que las criticas e indiscreciones de todo tipo se exhiban y se hagan públicas. Entonces se atreven los técnicos a bajarle la caña a un jugador o a varios y ponerles nombres propios a cada traspié en nombre de sinceramientos hipócritas. Porque ellos de ninguna manera tolerarían que los jugadores le comentaran a la prensa que el técnico se viene equivocando en los planteos.

¿Qué cambió? ¿Qué se modificó para que un conductor de un equipo de fútbol tire debajo del tren a sus dirigidos sin arrepentimientos y con gestos que no denotan que está incurriendo en una claudicación intelectual sin retorno? ¿Cambiaron las audiencias? ¿Cambió el ambiente del fútbol en sintonía con las demandas de la sociedad? ¿En la batalla cultural del día a día el individualismo termina imponiéndose por goleada? ¿Hay un clima de época?

“El fútbol es el gran alcahuete de la aldea global”, sostenía el Mariscal Perfumo, planteando que era un espejo que delataba en una gigantografía todo lo bueno y todo lo malo. En ese espejo que revela miserias y grandezas a gran escala, los técnicos también hacen su aporte positivo o negativo. Como lo hacen los jugadores, los dirigentes, los árbitros, los periodistas y los hinchas.

La tendencia de exponer al que se tiene al lado para salir de la zona de riesgo y quedar a salvo de cualquier consecuencia no deseada habla de un retroceso ético y moral impresionante. Los entrenadores (no todos) son emergentes de esta dinámica. Porque viven bajo los efectos de esta dinámica.

"El fútbol es el gran alcahuete de la aldea global", sostenía el Mariscal Perfumo, planteando que era un espejo que delataba en una gigantografía todo lo bueno y todo lo malo.

Carlos Bianchi, el Flaco Menotti, el Coco Basile, José Pekerman, José Yudica, Roberto Saporiti, Marcelo Bielsa, el Viejo Griguol, Angel Labruna, el Pato Pastoriza y tantos otros vivían en otra dinámica, cobijados por otros valores. Por eso no se hubieran permitido transitar por estos rumbos.

Hoy, se acepta que alguien se victimice y señale. Y los técnicos se victimizan y señalan.

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados