Con Carlitos en cancha se esperaba otra actitud, pero en los duelos clave, Boca sigue padeciendo, como ocurría cuando él no estaba en el plantel. El Xeneize le debe una alegría a su público en los mano a mano.

En el plano local, Boca es líder desde hace muchísimo tiempo. Es el actual campeón y va puntero cómodo en la Superliga, pero esto se ve opacado por duelos clave que pierde en los últimos tiempos. Atrás quedó esa mística que se mostraba en los tiempos de Carlos Bianchi o sus sucesores. El miércoles, se esperaba mucho de Carlos Tevez, pero el Apache pasó desapercibido, y no contagió al resto de sus compañeros, que no estuvieron a la altura, sobre todo desde la actitud.

Si bien este no es un torneo internacional, y seguramente sea la competencia de menor valor en el plano local, el hecho de disputarla con River, agiganta su figura. Hace rato que a Boca se le pide que aparezca en los momentos decisivos, pero eso no está ocurriendo. Aquellas eliminaciones contra el Millonario en Copa Sudamericana y Copa Libertadores, pegaron duro. Después, perder la semifinal con Independiente del Valle, en la Libertadores de 2016, fue otro golpe de KO. Y el año pasado, ni siquiera se disputó el certamen más importante del continente.

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Para este 2018, la ilusión se revitalizó. Boca volvió a la Copa, y el año lo empezaba como líder de la Superliga y rumbo al bicampeonato. Con su rival de siempre, lejísimos en el certamen doméstico, y con la posibilidad de poder rematarlo en esta Supercopa Argentina, pero otra vez aparecieron los fantasmas de las definiciones mano a mano, esas que vienen pesando desde hace años.

Con la vuelta de Carlitos, que no había estado en aquellos duros golpes que había recibido el equipo de Rodolfo Arruabarrena. Y se espera que él, más que nadie, fuese quien se ponga el equipo al hombro y demuestre, más que ninguno, la garra con la que se caracterizó Boca a lo largo de su historia.

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Sin embargo, Tevez lejos estuvo de ser el hombre determinante que los hinchas y el club, sobre todo, esperaban. El Apache pasó desapercibido y no se lo vio con la actitud que supo mostrar en otros tiempos. Sin embargo, no fue el único que no estuvo a la altura. No hubo nadie que haya aparecido para salvar las papas y se haya plantado, como alguien se debe plantar en una instancia como esta.

Los centrales, que suelen ser los que tienen que marcar presencia, no estuvieron a la altura. Wilmar Barrios, que partido a partido es el león xeneize en el mediocampo, tampoco estuvo en una de sus mejores jornadas. Pablo Pérez, el capitán, alternó buenas y malas, al igual que Nahitan Nández. Y los que tienen que poner la pelotita al piso y jugar, tampoco aparecieron. Más allá de que Franco Armani fue figura, el hecho de la actitud fue reprochable. Ahora, hasta el Mundial de Rusia, quedará lograr el bicampeonato local y acceder a los octavos de la Libertadores. Si eso pasa, Guillermo Barros Schelotto, deberá ir en busca de caudillos.

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