Boca tiene un problema latente, un conflicto de larga data que todavía no soluciona: la mayoría de sus socios activos no pueden ir a la Bombonera a ver los partidos. Están excluidos a raíz de la capacidad del estadio: los 48.000 lugares disponibles no alcanzan para los 120.000 asociados. Es una violación a su estatuto. Por eso hace tiempo que entre los directivos del club discuten una cosa: ¿qué hacer con la Bombonera?
En julio de este año, el presidente Daniel Angelici convocó a todas las agrupaciones a reunirse en el club con un objetivo claro: alcanzar un acuerdo institucional para avanzar en la compra de las dos medias manzanas ubicadas detrás de los palcos, entre las calles Brandsen, Del Valle Iberlucea, Aristóbulo del Valle y Antonio Zolezzi.
En el cónclave se firmó un convenio con el Colegio Público Inmobiliario. El organismo se ocupó de la tarea más tediosa: identificar a los dueños de las 132 propiedades, consultarles si estaban dispuestos a vender y tasar cada una de las casas y locales. Para octubre, anunciaron, iba a haber novedades oficiales. Pero no las hubo. Los plazos establecidos no se cumplieron.
"Los ocho matriculados de la zona de La Boca y Barracas que fueron designados por sorteo para hacer el trabajo entregaron los resultados el 8 de noviembre. Hubo demoras en los trámites en el Registro de la Propiedad Inmueble porque necesitábamos averiguar quiénes son los dueños de las casas que no pudimos identificar físicamente. De momento quedan algunas tasaciones y firmas que están retrasadas", explica el arquitecto Pablo Abbatángelo, presidente de la agrupación La Bombonera, integrante de la comisión directiva del Colegio Público Inmobiliario y responsable del relevamiento por el organismo.
Con su agrupación Juntos Por Boca, Jorge Amor Ameal es uno de los principales impulsores de esta medida. Es su eslogan histórico: su campaña de las últimas elecciones presidenciales se basó, precisamente, en la Bombonera 360, un proyecto en el que se comprometía a comprar las dos medias manzanas y ampliar el estadio replicando las plateas que están frente a los palcos. Sin embargo, su espacio se ausentó en aquella reunión de julio: "Nosotros apoyamos la voluntad de comprar las propiedades, pero queremos ver la película completa, no la foto política. Por ahora la película está en un impasse: las fechas se vencieron", dice en diálogo con DIARIO POPULAR.
"A mí me parece fantástico que Boca avance. Nosotros apoyamos esta iniciativa. Pero el problema es que toda esta comisión directiva que ahora busca ampliar la Bombonera defendía la idea del estadio shopping", detalla el ex presidente. Un día después de perder las elecciones presidenciales en 2015, Ameal le dejó el proyecto a Angelici. Desde entonces, nunca lo llamaron. "Yo tengo un equipo económico de primer nivel y lo pongo a disposición del club para que trabajen en concretar las compras", propone.
Algunos años atrás, a través de estudiantes universitarios, Ameal hizo un censo entre los vecinos: les consultó si estaban dispuestos a vender. El resultado fue positivo: un 80% aceptaba desprenderse de su propiedad. Ese número, entiende el ex presidente, aumentó: "Nosotros vemos que el tema del 'ya no se puede hacer' se terminó. Ahora la dirigencia debe mostrar voluntad política y avanzar, salir a comprar", asegura.
Según el recorrido que hizo DIARIO POPULAR en la zona algunas semanas atrás, los vecinos aceptan vender sus propiedades. El problema, la discusión, radica en el monto: ninguno está dispuesto a que el club imponga el precio, sino que la cifra la quieren poner ellos: "Es que es un negocio para todos", asegura Raúl, un vecino que vive en la esquina de Iberlucea y Pinzón. Terminada la etapa de relevamiento y tasación, Boca prepara la segunda fase. Entre el Colegio Público Inmobiliario y los directivos xeneizes están elaborando una estrategia de compra que guardan bajo siete llaves: "Es el pacto de confidencialidad profesional", se excusa Abbatángelo. De momento, los próximos pasos —y los resultados de la primera etapa— son un misterio.