Debutó en la misma fecha que Edgardo Bauza y le devolvió a Brasil la etiqueta de potencia mundial. Dos periodistas brasileños explican cómo hizo el entrenador para renovarle la cara a una selección que padecía el trauma post Mundial

Neymar convierte el segundo gol de Brasil ante Paraguay en la noche de San Pablo y Breiller Pires, columnista de ESPN Brasil, me escribe un mensaje de Whatsapp: "¡Tite presidente!". El hombre de 55 años concentra el amor de un país futbolísticamente avergonzado. Reconstruyó a Brasil durante el mismo período en que Edgardo Bauza sumergió a Argentina en un océano de incertidumbre. Ambos debutaron en la misma fecha FIFA, a fines de agosto del 2016. Tite, desde entonces, hiló victorias como un modista. Bauza reúne dudas como un acumulador compulsivo.

Lo que dice Breiller en el medio del éxtasis por presenciar una nueva función del Brasil de Tite es lo que piensa el 15% del país. Una encuesta realizada por la consultora Paraná Pesquisas reveló que ese porcentaje de los 2.230 consultados votaría por el entrenador para presidente. Tite demostró su capacidad para acabar con la crisis en el fútbol brasileño. Algunos fantasean con que también lo haga en la política. "Tiene el amor de todo el país, de todas las hinchadas: es unánime el sentimiento por él aunque esté identificado con Corinthians", dice Breiller.

Tite

Cuando Tite asumió en el incendio, los números del seleccionado eran un lastre: sumaba 9 unidades y se ubicaba fuera de los puestos de clasificación. Revirtió la historia con una racha increíble de triunfos: ocho victorias en ocho compromisos disputados, un nuevo récord en las eliminatorias sudamericanas. Se convirtió en el primer seleccionado del mundo en clasificar al Mundial. Argentina, mientras Brasil penaba, tenía once puntos y estaba tercero. En la misma cantidad de juegos que tuvo Tite, Bauza ganó tres, empató dos y cayó en otros tres. Cuando se enfrentaron en Belo Horizonte, la diferencia fue como la que hay entre un auto de Fórmula 1 y una bicicleta: Brasil ganó 3 a 0 y dio un concierto. "Estamos viviendo un tiempo en la Selección que no vivíamos desde 2002. La gente tiene ganas de ver los partidos", dice Daniel Mundim, periodista de Globoesporte.

¿Qué hizo Tite para rescatar al seleccionado del trauma post Mundial? Breiller lo explica fácilmente: "No fue una gran revolución, más bien hizo cosas muy simples. Lo fundamental fue hacer que los jugadores actúen en las mismas posiciones que en sus clubes. Phillipe Coutinho es la única excepción: en Liverpool juega por izquierda, aquí lo hace por derecha pero cumpliendo con la misma función. Tite no hace experimentos". Para Mundim, además, hace hincapié en la cuestión táctica: "Hizo a la selección jugar a la europea: armó un 4-1-4-1, un esquema que aprendió con Ancelotti. Impuso ese dibujo en Corinthians en 2015, y ahora lo armó en la selección. Brasil defiende y ataca muy bien", remarca. Los números lo muestran con la claridad del agua: anotó 23 goles en ocho partidos, y solamente le convirtieron dos.

Tite Neymar

Prestigioso en el fútbol brasileño por su trayectoria rica como una mina de oro, Tite conoce el Brasileirao como la palma de su mano. Ganó dos ligas en Corinthians, una Copa de Brasil en Gremio, la única Copa Libertadores del conjunto paulista y el Mundial de Clubes, en 2012, ante Chelsea: esa fue la última victoria de un equipo sudamericano en el torneo. Luego, se dedicó a perfeccionar su capacidad. Empezó a intercambiar conocimientos con entrenadores de jerarquía. Recuerda una reunión con Carlo Ancelotti: "Desde entonces, planifico más los partidos", dijo. "Es un estudioso", aporta Breiller. "Habla con todos los entrenadores de sus futbolistas, busca todo el tiempo tener información", señala Mundim.

Tite no le tuvo miedo al recambio de plantel. El contexto se lo facilitó: el golpe del Mundial eyectó a varios jugadores del seleccionado y los condenó al olvido. De la lista de 23 convocados para la última Copa del Mundo, solamente seis fueron citados en esta doble jornada: Dani Alves, Marcelo, Thiago Silva, Willian, Neymar y Paulinho. El volante es un caso ejemplo. La gente lo criticaba. Tite lo convirtió en el galán de la mitad de la cancha. Sin embargo, el ícono de la reconstrucción es Neymar. Marcó seis goles en la nueva era de gloria. "Con Dunga tenía toda la responsabilidad y se lo veía nervioso. Se peleaba, no hizo goles. Ahora está en su mejor versión", resalta Mundim.

Pero más allá del regreso de la alegría brasileña, a Tite le valoran su faceta humana. "Es como un padre para los jugadores", dice Mundim. Es extremadamente leal a sus convocados, y consigue rápidamente el cariño de los planteles que comanda. "Dunga era un dictador, y Brasil no necesitaba eso. Tite logró recuperar la confianza de los jugadores. Su tratamiento humano es excepcional", agrega Breiller. Marcelo se había peleado con Dunga. Tite lo buscó apenas asumió en su cargo. Le dijo que en su equipo sería una pieza inamovible. El lateral del Real Madrid le devolvió la confianza anoche, con un gol digno de un futbolista de su categoría.

Marcelo gol Brasil Paraguay

Mientras Bauza pretende reciclar un plantel vacío de combustible, Tite apostó a demoler para reconstruir. Se acabaron los tótems, las figuras convocadas por currículum. Ahora, hay un funcionamiento claro. Una idea. Y un plantel conectado que huele sangre, que busca venganza. Anoche dieron el primer paso. El mundo le vuelve a tener miedo a Brasil.

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