River es finalista de la Copa Libertadores, como en aquellos años anteriores terminados en el mismo número (1966, 76, 86, 96), pero que provocaron diferentes sensaciones: frustración y tristeza en las dos primeras ocasiones; desahogo y felicidad en las dos restantes. La quinta oportunidad romperá la paridad... y el propio River, a través de sus respuestas futbolísticas, será el que decida hacia dónde se inclina esta vez la balanza, si para el lado de las alegrías o para el de las penas.
El capítulo inicial de esta historia fue muy doloroso para el pueblo millonario. La final del '66, frente a un rival de jerarquía -el Peñarol de Mazurkiewicz, Pablo Forlán, Tito Goncálvez, Abbadie, Rocha, Spencer y Joya-, parecía estar "cocinada" al cabo del primer tiempo del desempate, disputado en Santiago de Chile. Ambos habían ganado como locales y el tercer partido tenía como vencedor parcial a River por 2 a 0, pero el resultado se dio vuelta (4-2 en favor de los aurinegros después de 120 minutos de juego) y el mazazo fue demoledor.
Al regreso, mientras las interpretaciones y las críticas por lo sucedido continuaban en escena, River visitó a Banfield por el torneo argentino. Desde la platea local lanzaron al campo una gallina blanca con una cinta a modo de banda roja y allí nació el apodo que ya no provoca el efecto buscado en ese momento, pues no afecta al hincha millonario. Lo cierto es que costó mucho absorber el golpe, en medio de una época sin éxitos que se extendería hasta mediados de la década del '70.
La etapa sin vueltas olímpicas se interrumpió de la mano de Ángel Labruna en 1975, y al año siguiente de celebrar en el plano local River definió la Libertadores ante Cruzeiro. Como en la oportunidad anterior, la derrota afuera y el triunfo en casa mandaron el desenlace a Chile. Con muchas ausencias, producto de las "batallas" de ida y vuelta, el equipo de Angelito reaccionó cuando estaba perdiendo 2-0 e igualó en dos, pero sobre la hora el tiro libre de Joaozinho le clavó otro puñal a la ilusión y dejó la Copa en manos de los brasileños.
Los dos recuerdos felices también llegaron separados por diez años y contra idéntico rival: América de Cali. En 1986, el conjunto dirigido por el Bambino Veira encarriló la serie final ganando 2-1 en Colombia y la liquidó en el Monumental (1-0) con un gol del "Búfalo" Juan Gilberto Funes que aportó la primera corona internacional para el club. Y en 1996, luego de una derrota por diferencia mínima en Cali, Hernán Crespo se vistió de héroe en la revancha y su doblete, que firmó el 2-0, armó la fiesta riverplatense, con Ramón Díaz como técnico del campeón.
Ahora River no quiso esperar al 2016 para mantener parte de la tradición. Bajo la conducción de Marcelo Gallardo, integrante del plantel que ganó la Copa Libertadores hace diecinueve años, llegó por quinta vez a la final del certamen y espera que el último paso incline el platillo de la balanza hacia el lado que más le gusta.