La metodología de clasificación es sencilla. Los próximos argentinos en jugar la Libertadores serán los dos primeros de cada zona, y el ganador de la Copa Argentina. Los finalistas ingresarán directamente a la fase de grupos. Los dos clubes que salgan segundos deberán disputar un partido desempate: el derrotado irá al repechaje, mientras que el ganador comenzará en alguna de las zonas. Lanús, Estudiantes, Godoy Cruz y San Lorenzo son, hasta el momento, los cuatro beneficiados. Rosario Central y Atlético Tucumán escoltan al acecho.
La Copa Argentina, en este escenario, toma valor. Habitualmente es el lugar donde varios juveniles ganan sus primeras horas de vuelo. Ahora, sin embargo, más que un título local, es la última llave de acceso a la Copa Libertadores. River, Racing y Boca todavía aspiran a ganar la Libertadores que están disputando: si lo consiguen, estarán el próximo año. Pero si no, apuntarán todos los esfuerzos a ganar un campeonato que no goza de prestigio.
Independiente será el primer grande en debutar. Este miércoles, en Formosa, se medirá con San Telmo, de andar prolijo en la B Metropolitana. El resto de los históricos clubes todavía no programaron sus presentaciones. Pero saben quiénes son sus rivales. River irá con Sportivo Rivadavia de Venado Tuerto. Racing se enfrentará con Gimnasia y Tiro de Salta. Boca, el último campeón, jugará con Güemes de Santiago del Estero.
Cuando empiecen a desandar el primero de los hipotéticos seis partidos de la Copa Argentina, la Libertadores lucirá la chapa de un nuevo campeón. Si alguno de los argentinos aparece ahí, en la historia, podrán soltar la Copa Argentina. Pero si no, tendrán que buscarla con la voracidad de un lobo hambriento.
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