Hablan de un equipo desgastado, sin reacción y en medio de una decadencia que, aseguran, será disimulada por la obtención del título en la Liga española. El 4 a 0 de Bayern Munich levantó la polvareda.
En el oscilar de las sensaciones, la pasión del fútbol impregna sobre nuestros análisis el poder de los resultados, como amos y señores en el reinado de la matemática.
La verdad no pasa por ese meridiano. Lo que se hace bien no es, indefectiblemente, lo que recibe la palmada del éxito. Pero lamentablemente nos han acostumbrado a otra cosa: el rating tiene más valor que la calidad y, bajo esa premisa falsa, es más importante un programa con muchos televidentes que otro con mensaje educativo.
Por eso no debe extrañar que, ante la sorprendente goleada de Bayern Munich sobre Barcelona, la prensa europea se haya aunado para plantear el interrogante acerca del fin de la era dorada del equipo que supo ganarse el reconocimiento como "el mejor de mundo".
Es probable, y de hecho ha ocurrido desde que el fútbol es fútbol, que todo equipo que alcanza un nivel extraordinario tiene fecha de vencimiento. Barcelona, con Messi como abanderado de la excelencia de su juego, marcó a fuego una época en la que se ganó el mote de imbatible. Y algún día, esa época va a poner su punto final. Pero parece algo prematuro anunciar que este 0-4 sea la señal inequívoca de ese último mojón en el camino dorado.
Por un lado, Barcelona está a un paso de ganar otra vez la Liga Española, gracias a la friolera de 13 puntos de ventaja sobre Real Madrid (cuando quedan apenas seis fechas por delante). Pero además, no hace mucho tiempo y también en el marco de esta Champion League, hubo quienes quisieron transformarse en los pioneros del anuncio de la decadencia del Barsa, después del 0-2 ante Milan que pareció sellar la suerte de eliminación azulgrana de la competencia europea. Sin embargo, en el Nou Camp, la historia se revirtió gracias a una gran actuación comandada por Lío Messi.
Momento complicado
Ahora, el cuadro parece (lo es) mucho más complicado. El poderoso equipo alemán, que pronto tendrá nada menos que a Pep Guardiola como DT y está resuelto a arrebatarle el cetro en la consideración mundial al Barcelona, dejó al descubierto sus mayores debilidades pero aprovechando, entre otras cosas, que Messi no estaba en su plenitud.
Tal vez se trate de un momento bisagra, de esos que dividen el antes del después. Pero, por las dudas, no habría que apurarse a hacer leña, ni a considerar caído a un árbol de raíces tan poderosas.
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