San Lorenzo recuperó los signos vitales con la paternidad ante Boca y el triunfazo no sólo le sirvió para alejar preocupación. También para que la agotadora excursión a Italia para la Copa Berlusconi pese mucho menos.

Y ahora, que venga el Milán nomás...En el peor de los momentos, ¡San Lorenzo revivió! Recuperó todos los signos vitales con el triunfazo en el clásico y la paternidad ante Boca. Despertó de ese letargo indiscutible que hasta llegó hasta opacar un poco todo el brillo y felicidad por la hazaña en la Copa Libertadores.

Una victoria con un valor tremendo para el Ciclón. Sobre todo, en lo anímico, en la confianza, en la armonía del grupo. Y no solo vino bárbaro para que la preocupación se aleje de Boedo por un buen rato, sino que además calzó justo para que la excursión a Italia para jugar el amistoso internacional con el Milán no pese tanto, como iba a pesar si San Lorenzo seguía con esa caída libre. Y un día la CASLA volvió a estar en orden.


Despertó

San Lorenzo se despertó del letargo en el peor momento con una actuación que invita a soñar. Porque se recuperó futbolísticamente en un clásico -fue el primer triunfo del torneo en un derby- y con un Boca que venía en plena levantada. Porque volvió a mostrar fortaleza, empuje, presión, y solidez en el Bidegain (había perdido los anteriores tres cotejos de local). Porque, en varios pasajes, fue ese equipo peligroso, arrasador de antes. Y sobre todo porque se reencontró con la efectividad.

Por todo esto, la victoria ante el Boca de Arruabarrena tuvo un valor tremendo para el Ciclón de Bauza. Y ahora, con la preocupación ya lejos y la confianza otra vez en alza, San Lorenzo podrá encarar el partido de mañana ante Milán, en el estadio Giuseppe Meazza por la Copa Berlusconi, con otro entusiasmo.


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