Infancia en Dock Sud, a los siete años su papá cruzó la ciudad para llevarlo a la cancha y descubrió a Alfredo Distéfano, y se imaginó delantero, goleador, y figura retratada para siempre en la clásica tapa de El Gráfico. En Dock sud también descubrió sus otras pasiones; el cine, el teatro y la radio.
Recuerda la herradura de la cancha de River como un proyecto arquitectónico que permitía ver el Rio de La Plata, y aprovecha para mandar un pícaro saludo a sus amigos de "otros equipos" que no disfrutan de la misma vista.
"A River lo venía viendo, pero era penoso ver a River, un equipo sin rumbo...". Así recuerda el momento más triste, el del descenso. "Me entristeció mucho, pensé que nunca lo iba a vivir".
"Los señores mayores como yo recordamos la formación de nuestros equipos de hace muchos años; hoy nadie se acuerda cómo formaba River hace un año y medio", argumenta para establecer la diferencia con las década de gloria, cuando el poder del dinero y los pases millonarios aún no vaciaban el mayor patrimonio de los equipos: la formación de sus jugadores.
Brandoni habla de recuerdos, pero también del presente y por supuesto del futuro; se entusiasma con la Selección, con el Mundial de Brasil y con Messi.
Nos regala momentos únicos, sólo como puede hacerlo el protagonista de uno de los más recordados del cine nacional: "Le llenaron la cocina de humo", alcanza a gritar en Cien veces no debo, cuando se entera de que su hija está embarazada, ante la atónita mirada de una vecina y antes de que su mujer (Norma Aleandro) lo meta de nuevo en la casa.
Pero claro, ese es otro tema, una especie de tarea para el hogar, para ver y disfrutar, tanto como esta breve nota sobre su querido River Plate.