Manda una y una: una en serio, otra en broma; risa y seriedad. "Bueno, estamos con Emilio Disi", arranca Angie, nuestra periodista, la entrevista, "y vamos a conversar un poco de fútbol...".
"Perdón", interrumpe el actor: "Lo mío es el polo". No da tregua; acomodado en un rincón de su sillón, con la plaza Las Heras pintada en la ventana, Emilio anuncia: "Mi primera foto -de un mes- fue con el carnet de Racing". La periodista responde con lógica – "empezó de chico la cosa, eh"–; el actor remata: "Y... tengo cuarenta y cuatro...". Risas...
Protagonista de decenas de películas y comedias, nos pasea por un mundo de imágenes, recuerdos, nombres, y sueños, con un arte único que enhebra la charla como si estuviéramos en el teatro, disfrutando de una sesión privada del mejor stand up argento.
La receta es simple pero imposible de imitar: dosis equilibrada de seriedad y humor, conviven en las definiciones que, a cada paso, tropiezan con ellas mismas: el mejor cómico sabe que no hay mejor receta que reírse de uno mismo.
"La peor película del cine nacional la hice yo", afirma (descubrila en el video), y remata: "Si quieren reírse de una película mala, vean...".
También hablará de la increíble "Los bañeros locos" -hoy de culto- que protagonizó promediando los años ochenta junto a Guillermo Francella, película que consiguió un éxito rotundo de taquilla, los elevó como actores populares, y de yapa algo impensado para la época: desafió por primera vez el amplio reinado de los Austrias Mayores del humor de aquella década, el dúo Olmedo–Porcel.
Una y una, manda: "¿Qué mirás del fútbol?". "Veo todo, me gusta todo... menos a Racing" (más risas). Se nos escurre la charla, fugaz, reparadora, deliciosa, disfrutada en vivo gracias a la maestría de quien sabe hace reír.
Lo siente y lo transmite. Le gratifica también. "Lo que más me gusta es cuando voy caminando, viene gente, me mira y se sonríe... Esta es la misión cumplida". Y cierra: "La frase que más me gusta y me dice la gente es, gracias por hacerme reír tanto".
Entonces, gracias Emilio Disi por habernos hecho reír tanto, una tarde de otoño, en el cómodo piso de tu luminoso departamento con vista a la plaza Las Heras.