Así arranca la nota Guillermo Pardini, con la emoción viva, con la alegría por un campeonato difícil, áspero, luchado, tal vez el menos vistoso de todos los que cosechó en su rica historia. Pero esos treinta y tres puntos que lo coronaron fueron suficientes y nadie puede negarle el título de justo campeón.
Enseguida Angie fue directo al sueño que late en los corazones cuervos inmediatamente después de cada campeonato ganado. ¿Es lo más deseado para ustedes ganar la Copa Libertadores? "Y sí, ya está, ganar la Libertadores entonces no nos pueden decir otra cosa... es como una maldición que tenemos".
Guillermo nos atendió amablemente apenas terminó su programa, en un cómodo patio de La Red, y lo hizo exponiendo su piel futbolera: pidió permiso y peló la camiseta del CASLA.
-¿Significó algo que el Papa, además de argentino, sea de San Lorenzo?
-Es una señal de arriba. El club fue creado por el cura Lorenzo Massa... tenemos un argentino que acaba de ser elegido Papa, es una señal, los planetas están alineados, estamos convenciendo al de más arriba, al barba en cualquier momento lo vemos con la camiseta; es ahora o nunca.
-¿Hubo un momento en que dijiste: este campeonato no se nos escapa?
-No... -risas –. No me termina de cerrar Pizzi como técnico... Si bien lo hace jugar bien, no lo motiva lo suficiente.
Confiesa que sufrió el campeonato, que Pizzi no lo convence del todo, que gritó más las atajadas de Torrico que los goles, que es un hincha ansioso, inquieto, que con los años le gana la ansiedad y, para completar su honestidad brutal, asegura que jugó al fútbol: "Puedo decir que jugué, la verdad que soy un tipo que se desenvuelve en forma muy pareja en todos los deportes. Horrible".