Subimos a su búnker para desplegar desde ahí una charla franca que atraviesa fluidamente sus tres pasiones: el fútbol, el periodismo y la música. Desde su lugar nos sorprende con sus definiciones sobre los sueños, la experiencia en el teatro, el picadito con los amigos del barrio, el encuentro con Martín Palermo, la espera por volver a ver jugar a Boca como en los tiempos de aquel Bianchi multicampeón...
"Somos socios de los dos clubes, tanto de Boca como de Banfield (vive a diez cuadras de la cancha), pero claro, soy fanático de Boca desde que nací", reconoce, y le da paso a otra de sus tantas pasiones -aún postergada-: el relato.
"Relataba fútbol imaginariamente, quería ser relator de fútbol. Antes nos se veían los partidos por la tele. Se escuchaban: la radio, la imaginación... aparecía el relato y vos te imaginabas al tipo haciendo la gambeta, era fantástico. Te puedo relatar un partido", se anima, y nos regala un par de segundos geniales sobre el mejor gol que asegura haber visto: aquel de Maradona sobre el barro frente al magnífico Pato Fillol.
Es una charla sobre fútbol, pero más sobre una forma de sentir la vida: para el cierre nos regala su particular versión de Elvis Presley. Músico, periodista, conductor, pero sobre todo amigo de la simpatía y la media sonrisa, Sergio nos abrió generosamente parte de su mundo, dejándonos subir con nuestra cámara hasta ese mirador, justo a la hora en que la magia empieza a desparramar su hechizo sobre la Ciudad.