Así de jugosa transcurre la entrevista con Cristiano Rattazzi, el hombre fuerte de Fiat en Argentina. Siguen los detalles: "Ofrecí ocho (millones) y me pidieron doce, al final no hicimos la operación. Maradona en Torino hubiera hecho una revolución".
Descendiente de la familia Agnelli, propietaria de un imperio industrial, dueño entre otras marcas de Ferrari, Lancia y Alfa Romeo, Cristiano tiene una relación con el fútbol que viene de noble herencia.
Nos contó que su abuelo fue el responsable de la venta de Enrique Omar Sívori, el extraordinario delantero de River a Juventus, y también –con cierto orgullo- que con ese dinero se construyó una parte del Monumental.
De excelente humor y predisposición, nos recibe en la sala de reuniones del piso 29 de la Torre de Retiro. Desde ahí se domina casi 180 grados del Río de La Plata; hacia el Noreste la vista se pierde por sobre el río y uno puede imaginar cuánto representa esa entrada en la historia de nuestro país, cuánta Italia llegó por ese lugar, y cuánta Italia debe contemplar Cristiano, con la vista puesta hacia allá.
"También quise llevar a Messi a la Juventus. Me pidieron cien millones pero no logré convencer a todo el grupo. Claro que hubiera sido un gran negocio", reconoce en otro pasaje de la charla. Cristiano es un apasionado de Argentina y de Italia, y así se define. Acaso por eso no sabe bien por cuál selección hinchar más.
Este año también espera disfrutar por duplicado: su Juventus ya salió campeón, y ahora aguarda a que River se corone y tenga entonces que consolar a su hijo, un rebelde fanático de Boca.
Generoso con el tiempo, no impone distancia y responde a todo lo que se le pregunta. Elige a la Ferrari como "la Messi" del equipo y continúa con sus anécdotas de fútbol, un deporte que lo apasiona y al que le regala gustoso mucha dedicación.