ARACELI GONZÁLEZ: y hablando de Ara... esta fue difícil, porque ella nació linda. Pero en su caso lo que sorprende es cómo la belleza fue in crescendo, aun cuando su calendario marca 47. Se jacta de haber pasado una sola vez por el bisturí y es evidente que el Photoshop la ayuda en las producciones. ¿Y?
MAURICIO MACRI: dicen que el ingeniero utilizó a Boca como trampolín para saltar a la política. Como sea, triunfó en los dos terrenos pero, diez años después, con un poco de tintura y sin bigote -¡clave!- luce mucho mejor.
FITO PÁEZ: uno de los ejemplos más evidentes, y eso que sólo bastaba con cortarse el pelo... Así y todo, el músico rosarino siempre tuvo un don a la hora de las conquistas. Cecilia Roth, Romina Ricci, Julia Mengolini y algún que otro coqueteo con Celeste Cid.
MARCELO TINELLI: El Cabezón, otrora un hombre despreocupado por su imagen, hizo un cambio radical en su figura y se nota. Para muestra vale la foto de 1994, en pleno auge de Ritmo de la noche. Tatuajes, mucho gimnasio y algún retoquecito en el rostro lo dejaron pipí cucú. ¿No, Guillermina?
VIVIANA CANOSA: la pelirroja irascible mutó en esta rubia espiritual, que por cierto se anima a mostrar su figura de cuerpo entero mucho más que antes. Alguien dirá que, tras su regreso, los números no le sonríen tanto como ella a la cámara. Pero que se la ve mejor, se la ve mejor.
LIONEL MESSI: el niño que no podía crecer se convirtió en el mejor futbolista del mundo por varios años consecutivos. La Pulga hoy es la imagen de muchas marcas de primer nivel. Para los envidiosos: a Antonella Roccuzzo, la madre de su hijo Thiago, la conoció en su infancia...
LORENA PAOLA: la ex estrella infantil –muy famosa en los '80- fue noticia el último año cuando pasó por el quirófano. La nena creció y dos imágenes valen más que mil palabras.
RICARDO DARÍN: ¡20 años pasaron de una foto a otra! De Mi Cuñado al Oscar, del humor básico a la celebrada versatilidad, del carilindo a este hombre maduro y de aire intelectual hay un largo, larguísimo trecho. Bien por Richard.
EZEQUIEL LAVEZZI: explotó en Brasil 2014, con esos abdominales trabajados que derritieron la platea femenina. Y enseguida alguien sacó a relucir el archivo (no tan viejo, eh). Feo, muy feo. No como el Pocho, que la rompe en la cancha y las sigue enamorando.
SOLEDAD VILLAMIL: una morocha hermosa, multifacética. Dejó primero el teatro y después la tele para incursionar en el canto, aunque sigue aceptando papeles en la pantalla grande. La primera foto es del 97. Bravo por esta señora de las cuatro décadas (y media).
JORGE RIAL: ya no es un denostado chimentero. El paso de los años y el poder de la información lo convirtieron en un tipo mucho más influyente. El cambio se trasladó a su estética y a su vida personal: rompió un matrimonio de dos décadas con Silvia D'Auro y se fue con Mariana Antoniale, 20 años menor.
MARIO PERGOLINI: el eterno rebelde se pelea menos con Tinelli y está más enfocado en sus proyectos personales, con Vorterix a la cabeza. Dejó el pelo largo, los excesos, y acá está el resultado. ¿Alguien duda de que fue para mejor?
XIMENA CAPRISTO: Entró a la casa de Gran Hermano en 2001 y allí mostró su perfil más visceral. Lo mejor para la tribuna masculina vendría después. Pasó por el programa de Tinelli y hasta por la tapa de Playboy. ¡Una bomba, la Negra!
INÉS ESTÉVEZ: tuvo un 2014 movidísimo. Volvió después de diez años al cine (con El misterio de la felicidad) y a la tele (se sumó al elenco de Guapas), y reencontró el amor en el músico Javier Malosetti. Hay 20 años de diferencia entre una imagen y otra. ¿Mejor, no?
RICARDO MOLLO: ¿Qué el rock y la locura causan estragos? Eso parece no contar para el ex Sumo y actual líder de Divididos. Tiene 57 años, el talento intacto y una relación sólida con Natalia Oreiro, 20 años más chica. Morite de envidia, sí.
DIEGO SIMEONE: ¿Qué después de colgar los botines vienen la panza y los vicios? Nada de eso. El Cholo empilcha a la europea y cuida mucho su estilizada figura. De 1995 a 2015, un líder dentro y fuera de la cancha.
SILVINA LUNA: 100% actitud. De esconder y admitir cierto complejo por su cuerpo –pese a que se animó a la exposición de un reality show-, a sacar pecho –literal- y decir "acá estoy yo". Hoy, a los 34, la rosarina es toda una vedette.
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