Existen distintas adicciones en el ser humano, algunas más complejas que otras, de acuerdo a la personalidad de la persona, sus características y el medio en que se desarrolle.
El psiquiatra Carl Jung decía que en cada persona hay una tendencia a facetas que dominan sobre otras.
Unas de las adicciones o tendencias que provoca con el tiempo el alejamiento de amigos y familiares, es el de la mentira.
Hay quienes mienten todo el tiempo sin saber la razón de por qué lo hacen y otros lo hacen deliberadamente para sacar provecho o para encubrir algo que les molesta: un origen humilde, un padre castigador, una familia desunida, etc. Estas mentiras son como trampas que, de no tratarse en psicoanálisis, se repetirán toda la vida.
Empiezan como algo inocente, o como emulando a alguien y luego es imposible salir de ellas. Muchas veces surgen desde la infancia: chicos sobreprotegidos, criticados o abusados, que para ocultar esa tremenda problemática comienzan a mentir, provocando con el tiempo un mal irreparable.
Al respecto, la Psicóloga Mónica Capano Rocca señala que "La mentira es una forma que tiene el individuo para defenderse de determinadas situaciones de dolor o angustia. También lo hace para cubrir cierto tipo de condición y conseguir, en forma manipuladora, determinadas cosas. Inclusive los chicos lo hacen a menudo en sus casas, frente a sus padres, para tratar de conseguir ciertas cosas, como ver televisión cuando ya no es hora, o echarle la culpa a su hermanito menor de alguna travesura suya, etc."
En el campo de la psicología, la mitomanía ( manía de mentir) sirve para justificar cierta forma de personalidad, para mostrar una buena imagen ante los demás.
"Aquella persona que viene de un hogar disfuncional- prosigue la terapeuta- o de una condición económica muy precaria, instaura una estructura fantasiosa de su mundo, como para mostrar a los demás que pertenece a una excelente condición social y económica, como para ser aceptado."
También está el que miente sólo por el gusto de hacerlo, inventando situaciones que no son ciertas. Estos están relacionados con personalidades infantiles.
Se han quedado en una etapa de su vida, donde los chicos mienten por deporte, fantasiosamente, sin que saquen provecho de ello, sólo un bienestar interno. Tienen una necesidad de fuga de la realidad, para tolerarla mejor.
Este caso sucede más a menudo en los chicos que son víctimas de maltrato o abusados. Entonces montan una especie de obra teatral, como mecanismo de preservación. No quieren encarar la realidad porque los paraliza de angustia y los enferma.
General, quienes son adictos a las mentiras están instalados dentro de una estructura psicopática. Estructura equiparable a quienes juegan compulsivamente o ejercen el sexo de la misma forma o los que se drogan. Adicción incontrolable, casi como la de los cleptómanos.
De acuerdo a los especialistas estas conductas están relacionadas con carencias y se encuadran en personalidades en una base infantil, no se pueden hacer cargo de determinadas situaciones y responsabilidades y necesitan depositar en el otro la culpa.
Con tratamiento terapéutico en algunos casos, se puede revertir la situación, esta angustiosa patología.
A raíz de esta situación que es advertida por amigos y parientes, el adicto va quedando solo, porque sin advertirlo, va emitiendo señales de que lo que dice no es real. O por terceros se descubre la verdad.
Así, el núcleo donde se mueve se va alejando de él, porque le ha perdido la confianza
El Yo de sí mismo se empobrece y lo separa de las situaciones sociales. Esta persona necesita esgrimir mentiras para ser aceptado, pero en el fondo se siente solo. Con el tiempo, a veces, se convence de sus propias mentiras y cada vez las internaliza más profundamente hasta no distinguirla de la verdad