Sábado por la noche, un grupo de amigos hace la famosa previa en una vivienda del barrio porteño de Caballito.
Antes de concurrir a una discoteca, comparten charla y bebidas alcoholicas que compraron vía delivery.
No lo saben pero están en riesgo de vida, porque el contenido de los envases es “trucho”, realizado por bandas mafiosas que manejan destilerías ilegales, sin controles sanitarios, clonando las botellas de primeras marcas de cerveza, vodka, whisky, campari, gancia y muchas otras.
“El contenido de las bebidas falsas intenta copiar el sabor del original, pero se realiza con materiales berretas, los más bajos del mercado. Y luego se debe tener en cuenta que en estas destilerías no se cumplen controles, así que no podemos saber realmente qué les ponen. Queda a criterio de estas mafias, que no tienen escrúpulos”, dijo Marcelo Peretta, titular del Sindicato de Bioquímicos y Farmaceúticos (Safyb).
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Además de utilizar el servicio de delivery, que se mueve por plataformas sociales como Facebook, WhatsApp o Telegram, los grupos delictivos que venden bebidas alcohólicas adulteradas tienen un aceitado sistema de venta en discotecas, kioscos de barrios, almacenes y minimercados. “Es muy difícil detectar la estafa, el producto trucho. Una señal es cuando el precio es muy bajo respecto a lo normal. Por ejemplo, si un porrón de cerveza de tal marca tiene un costo promedio de 75 pesos, el trucho puede ofrecerse a 25. Son 50 pesos de diferencia. Sabemos que la gente compra muchas veces productos baratos por necesidad, pero hay que tener cuidado”, dijo una fuente policial bonaerense, que participó de un decomiso de bebidas alcoholicas en una fiesta clandestina, luego descubriendo que el contenido era falso.
Con el alerta lanzada, el doctor farmacia y bioquímica, Marcelo Peretta, explicó que “se debe hacer foco en las plantas ilegales que destilan el alcohol, ya que la sustancia original tiene un componente de más de 90 grados, entonces allí comienza el negocio, ya que se destila sin ningún tipo de control, como tampoco se conocen los conservantes, saborizantes y otros productos que generan la composición de la bebida que luego se deposita en los envases clonados”.
“Todas se pueden truchar. Claro que lo que más se vende es cerveza, vino, gancia, vodka, campari, gancia, pero hay otras que tienen mucha salida en el mercado. En un boliche, se puede consumir un camión entero de bebidas falsas. Esto también genera problemas porque es un producto que se evapora rapidísimo, sale del circuito en cuestión de horas. Se vende como pan caliente”, dijo Peretta.
Lo cierto es que las bandas mafiosas consiguen los envases y etiquetas con extrema facilidad.
“Cualquier banda que maneja una destilería trucha, lo primero que hace es tener asegurado el envase clonado del original. Operan con fábricas de botellas. Simplemente las encargan y así obtienen copias fieles de las originales. Con las etiquetas ocurre lo mismo, en talles de diseño. Como casi no tienen gastos en el contenido, pueden invertir en los envases. Y lo que se mueve en términos de dinero es impresionante”, señaló Peretta.
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“Una cerveza común tiene un proceso elaborado de fermentación, de destilación del alcohol. Pero en los espacios ilegales la lógica que se maneja es absolutamente distinta. Apuran los tiempos, abaratan los costos. Sabemos que también consiguen el sobrante de las grandes fábricas de bebidas, y eso se reutiliza. Lo que se descarta, termina adentro de envases clonados, consumido por personas que compran de buena fe”, dijo el especialista.
Finalmente, el doctor Peretta precisó que “las consecuencias en la salud tras comsumir bebidas alcohólicas truchas pueden ser cefaleas agudas, problemas renales, nauseas o diversas situaciones de gravedad en el estómago”, precisando que “desde el Estado se debe controlar a estas mafias, que no paran de crecer, aprovechando la situación de crisis económica, y que la gente compra lo más barato del mercado porque el dinero no alcanza”.
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