La industria alimenticia deberá hacer ajustes en la elaboración de sus productos a fin de proteger la salud de sus clientes: ocurre que más de la mitad de las enfermedades cardiovasculares se deben a las industrias de los alimentos y del tabaco. Así lo afirmaron especialistas en el marco del XXXIX Congreso Argentino y XXIV Congreso Interamericano de Cardiología y XV Congreso Argentino de Cardiología Pediátrica, organizado este fin de semana en Buenos Aires por la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y convocado por la Sociedad Interamericana de Cardiología (SAIC).
El sodio que se agrega a los alimentos es uno de los principales 'culpables' de la epidemia de hipertensión arterial, un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular. El médico cardiólogo Hernán Doval, director del Comité de Bioética de la SAC, comentó que "entre el 60 y el 80% de las enfermedades cardiovasculares de los últimos 50 años se deben a dos industrias: la del tabaco y la alimenticia".
"Disminuir el consumo de sal permitiría reducir un 20 a 30% la enfermedad cardiovascular en el mundo, y se paliaría la epidemia de obesidad. Sin embargo, no es tan sencillo lograrlo. Cuando se le dice a alguien que coma sin sal, por lo general se vuelve loco", explicó Doval.
En ese sentido, Alberto Villamil, médico cardiólogo y miembro de la SAC, indicó que "el 15 a 20% de la sal viene naturalmente en los alimentos; en la casa, al cocinar, se puede agregar un 15 a 20% más, pero el 60% restante lo agregó la industria, por eso hacer una dieta hiposódica es tan difícil".
"Además, muchas veces el problema no es la sal sola, sino también las calorías y grasas con las que viene. Existe una unión casi indisoluble entre sodio y tendencia a la obesidad; el sobrepeso también es importante, porque produce mecanismos que retienen agua y sal", comentó Villamil.
Doval indicó que "el problema con la sal es que es una adquisición relativamente moderna, porque en el pasado la sal casi no se usaba con la comida".
"De hecho, era un bien tan escaso que se utilizaba como moneda de pago para los soldados romanos, de donde deriva la palabra salario ", añadió el cardiólogo, al tiempo que destacó que "la sal (o mejor dicho, el sodio) se encuentra en los alimentos, sin necesidad de agregar más; por ejemplo, los vegetales tienen cierto grado de sal, así que agregarles más sal es antinatural".
Asimismo, dijo que "cuando los bebés empiezan a tomar sopa, lo primero que hacen es escupirla, y las madres creen que es porque no les gusta, pero en realidad es porque las papilas gustativas no están adaptadas para el sabor salado".
"Esto dura poco tiempo, y rápidamente el infante comienza a gustar de la sal, algo que le traerá grandes preocupaciones en el futuro", señaló.
Además, el especialista explicó que "los primitivos consumían menos de un gramo de sal por día, mientras que nosotros en la actualidad usamos unos cinco gramos de sodio diarios, contenidos en unos 12 gramos de sal de mesa (cloruro de sodio)".
"La hipertensión arterial aparece en los países civilizados que consumen sal; y cabe predecir que en nuestra población casi todos vamos a ser hipertensos en el futuro, porque usamos sal en exceso, lo que se relaciona con infartos y accidentes cerebrovasculares (ACV)", agregó.
Con respecto al tabaquismo, es el responsable de 40 mil muertes anuales en nuestro país, y 6 mil corresponden a personas que ni siquiera eran fumadores, sino que estuvieron muy expuestas al humo de tabaco ajeno. Una de las medidas más importantes para combatir este flagelo son los ambientes libres de humo: un artículo publicado en la revista Circulation describe como las comunidades de los Estados Unidos, Canadá y Europa en las que se prohibió el consumo de tabaco en lugares públicos, lograron reducir en más de un tercio los infartos.
El humo de tabaco es un contaminante que causa desde efectos inmediatos (irritación ocular, en la nariz y la garganta, dolor de cabeza y un aumento transitorio de la presión arterial) hasta enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer. Posee más de 4000 sustancias químicas, de las cuales muchas son tóxicas y más de 50 son cancerígenas. Los tóxicos, entre los que se encuentran arsénico, cianuro, plomo, monóxido de carbono y azufre, pueden permanecer en una habitación unos 14 días.
En cuanto a las medidas para reducir el consumo de sodio, Doval comentó que "la idea es bajar la cantidad de sal a 2,5 gramos por día" y remarcó que "si bien todos los países están tratando de disminuir en forma voluntaria el sodio que se consume, los fabricantes de alimentos industrializados se resisten". "Inglaterra fue el único país en el que funcionaron los acuerdos colectivos para reducir el sodio en alimentos; en los Estados Unidos ciertos organismos sostienen que el Estado debería exigir la reducción progresiva de sodio en la elaboración de alimentos, pero es una sugerencia resistida por la industria, ya que si una reduce el sodio y la otra no, tendrían una desventaja competitiva", enfatizó.
Por su parte, Villamil puso de relieve la necesidad de adoptar un estilo de vida bajo en sodio: "Es una carrera de regularidad; recordemos que un poco de sodio hace falta, y que siempre surgen eventos, casamientos, cumpleaños, en los que por lo general el paciente se sale de la dieta y tiene miedo. Es importante aclarar que una persona que un día consume más sodio e poco probable que vaya a sufrir una 'crisis hipertensiva', mientras sea una excepción y no la regla. La constancia en la comida diaria es importante".
Por eso, "lo más importante es lo más obvio: reducir quesos, fiambres, aceitunas, anchoas, y en la medida que se pueda usar alimentos naturales antes que envasados; la comida casera es mejor que la comprada, y es preferible evitar los alimentos congelados de supermercado, porque son altos en sodio". "Con respecto a los sustitutos de la sal o sales con bajo contenido de sodio, deben utilizarse bajo prescripción médica, ya que no son de uso masivo y contienen otros componentes, como el potasio, que podrían generar complicaciones en determinados pacientes", concluyó.