Para los científicos, el 4 de junio quedará en la memoria como el día más amargo debido a la subasta en París de un codiciado ejemplar: un esqueleto casi completo de un dinosaurio carnívoro, un alosaurio de casi nueve metros de largo, que se cree que vivió a fines del Jurásico, hace 154 millones de años.
Según la casa de subastas Aguttes, el esqueleto -hallado en 2013 en una excavación de la denominada Formación Morrison de Estados Unidos- pertenece a un alosaurio pero presenta "inesperadas diferencias anatómicas", como un número mayor de dientes, una pelvis especialmente ancha y algunas particularidades en el cráneo, que hacen pensar a los "expertos" que podría ser una nueva especie.
A los paleontólogos del mundo entero les encantaría poner sus manos sobre el esqueleto pero cada vez es más común que un comprador privado se los arrebate, ante la imposibilidad de los museos de pagar enormes sumas de dinero, según explica un artículo de la revista Nature, publicado el 1 de junio.
En 2015 el actor Nicolas Cage aceptó entregar a las autoridades un raro cráneo de dinosaurio que había sido robado en Mogolia y que compró en una galería de Beverly Hills por 276.000 dólares.
Además, en abril de este año, la casa Binoche et Giquello recaudó 1,4 millones de euros por los esqueletos de un alosaurio y un diplodocus, además de vender un cráneo de triceratops en 2017. El precio que se barajaba en las últimas horas para la salida a la venta de este fósil excavado en Wyoming entre 2013 y 2015 era de entre 1,2 y 1,8 millones de euros, o sea entre 1,4 y 2,1 millones de dólares.
Lo peor del caso es que este tipo de subastas se está volviendo cada vez más común, según dijo David Polly, presidente de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados a Nature. "Cualquier subasta que pueda generar un alto valor de mercado es motivo de preocupación, porque la ciencia generalmente opera con un presupuesto bajo", explicó.
comentar