Imaginá esto: un cuerpo, en lugar de ser enterrado o cremado, se congela. Pero no sólo se congela el cuerpo, sino también su tiempo; es decir: cuando la persona muere, se cuenta hasta 3. Uno, dos, tres… y en 10 segundos esa persona se despierta en el futuro, gozando de plena salud y juventud. ¿Increíble, no? A lo largo de 10 preguntas, intentaremos explicar esta ciencia experimental llamada criónica, que despierta debates pero también esperanzas en todo el mundo.
La criónica es la práctica de criopreservar (congelar) personas legalmente muertas o animales para una posible reanimación cuando la ciencia futura permita curar toda enfermedad, mantener una condición de juventud permanente y revertir todo el daño debido al proceso de criopreservación.
El término correcto es criopreservar y no congelar. Si uno congelase un cuerpo sin tratar previamente, se formarían cristales de hielo que destruirían las células y los tejidos. Por eso, en el proceso de criopreservación se reemplaza el agua y la sangre del cuerpo por una solución crioprotectora (que vendría a ser como un anticongelante) para evitar dicho daño. El cuerpo es colocado en unos termos con nitrógeno líquido a -196 °C. A esa temperatura el cuerpo podría conservarse por miles o millones de años a la espera de la tecnología que logre revivirlo.
El procedimiento debe comenzar ni bien se declare la muerte legal para que el organismo se preserve lo mejor posible.
Todavía no se sabe con precisión cuáles serán, pero se cree que podría ser la nanotecnología; es decir, "máquinas" del tamaño de moléculas capaces de reparar los daños que nos llevaron a la muerte y los producidos en el proceso de criopreservación. El premio Nobel de Química 2016 lo ganaron unos científicos por el diseño de máquinas moleculares.
La criónica se encarga de conservar lo mejor posible el cuerpo, especialmente el cerebro, que es donde se guarda la identidad, la personalidad, los recuerdos y la memoria. Los especialistas en el tema auguran que las tecnologías del futuro serán fantásticas, como salidas de una película de ciencia ficción.
Tampoco se sabe con exactitud, pero los más optimistas creen que podría producirse en los próximos 15 a 30 años; otros creen que será antes de fin de este siglo. “En realidad, criopreservarse sería el plan B. El plan A es no llegar a morir nunca sino vivir indefinidamente gozando de plena salud y juventud”, se entusiasma Francisco Lascaray, voluntario del grupo criónico argentino, consultado por DIARIO POPULAR.
Google está invirtiendo más de 700 millones de dólares en su empresa Calico con el fin de curar todas las enfermedades y "matar" a la muerte. Otras empresas tecnológicas como Facebook también están interesándose cada vez más en los avances de la medicina.
El avance tecnológico es exponencial. Los cambios que se producirán en los próximos 20 años serán mayores a los producidos en los últimos 2 mil. Todo esto es gracias al avance de la computación. Gordon Moore (Co fundador de Intel) enunció en 1965 lo que se llamaría la Ley de Moore: la velocidad y la capacidad de cálculo de las computadoras se duplicarán cada 24 meses. Y así fue. Esa simple ley es la que hace que el mundo se esté poniendo muy interesante, dice Lascaray, y lo proyecta hacia la criónica: “Mi plan es vivir para siempre, ya sea no muriendo o siendo reanimado en el futuro luego de criopreservarme. Espero que todo salga según lo planeado. Prefiero que me congelen a que me entierren o me cremen”.
La criónica es una ciencia experimental. Como todavía no existen las tecnologías capaces de reanimar a las personas, sus mentores aclaran que aún no se pueden dar garantías. Como tampoco las hay –insisten- de que se encuentre la cura del cáncer o que sea exitosa la colonización de Marte y sin embargo se invierten miles de millones de dólares en la materia. Hay algunos indicios de que podría funcionar: de los óvulos, espermatozoides y embriones, después de congelados varios años nacieron personas. Recientemente se hizo un experimento con el gusano C. Elegans, al que se criopreservó en nitógeno líquido y, cuando se lo descongeló, no sólo continuó viviendo sino que seguía identificando un olor para el cual había sido entrenado en reconocer.
Criopreservándose hay muchísimo por ganar y relativamente poco por perder. La criónica es la única carta disponible al día de hoy para esquivar la muerte. Sus defensores tiene una especie de lema: “de lo que sí hay garantías absolutas es que si no se intenta por la criónica, no se vuelve nunca más”.
Es un mito que Walt Disney haya sido congelado: él quería ser inmortal y murió a fines de los años ‘60, justo cuando empezó a instalarse el concepto criónica. Por eso es probable que, como ambas cosas fueron casi simultáneas, nació el mito en aquel momento y quedó instalado.
También está instalada la idea de que es sólo para ricos. Es verdad que hay muchos ricos en plan, pero la mayoría no lo son. En USA, sacando un seguro de vida que podría rondar los 50 a 100 dólares mensuales, se cubren los gastos para criopreservarse. Hacerlo en Cryonics Institute (USA) podría costar entre 30 mil y 100 mil dólares en función del tipo de muerte y distancia al centro. Un seguro de vida por ese monto no es caro. El costo del tratamiento de la chica británica de 14 años que sufría de un cáncer terminal cuya noticia dio la vuelta al mundo ya que el padre se oponía, según los medios fue de 46 mil euros. Sus abuelos fueron los encargados de juntar el dinero, porque no es una familia rica. Hoy esa chica está en Cryonics Institute y su madre tiene la esperanza de reencontrarse en el futuro.
Actualmente hay unas 300 personas criopreservadas en el mundo y más de 3.000 en plan. Los investigadores de esta ciencia experimental esperan que en los próximos años, cuando los avances en la medicina estén más a la vista, este proceso deje de ser un tema “para entendidos”.
Ah, curiosamente, hay muchísimos religiosos criopreservados o en plan, y tiene mucho sentido: la criónica es un tratamiento médico más, las religiones también están a favor de la medicina y de la vida, destacan los grupos que se encargan de difundir esta práctica.
Los fundadores de las grandes empresas de tecnología son quienes mejor entienden hacia dónde va el mundo, es muy probable que la mayoría de ellos tengan un plan criónico. Ray Kurzweil, de Google, y Peter Thiel, de Facebook, José Cordeiro del MIT y Singularity University, se anotaron. Marvin Minsky, el padre de la inteligencia artificial (IA) y fundador del laboratorio de IA del MIT, murió hace poco y fue criopreservado. Otros interesados son Larry King, Simon Cowel, París Hilton y Britney Spears.
Uno de los temores de las personas es que despierten en el futuro y no tengan al lado ningún ser querido. En realidad, es probable que si una persona se criopreserva, logre convencer a sus familiares y amigos de hacerlo. También es probable que sus descendientes lo esperen con los brazos abiertos (¿quién no reanimaría a su tatara abuelo hoy si fuese posible?). Siempre en el terreno de lo hipotético, es posible que la tecnología haga que nuestra adaptación al nuevo mundo no sea traumática. Los costos en tecnología bajan continuamente, por lo que no sería extraño que en un mañana cercano sea sumamente económico reanimar a una persona. Nadie dejaría que una persona muriese en un hospital. De la misma manera, por una cuestión ética, nadie dejaría de reanimar a una persona que expresó su voluntad antes de morir.
Lascaray lo explica en primera persona: “Somos un grupo de voluntarios que estamos estudiando la posibilidad de armar un centro en la Argentina similar al de Gran Bretaña. Todos los centros en el mundo son ONGs; es decir: nadie gana plata con esto. Lo hacemos porque no queremos morir y vemos en la criónica una alternativa. Cuanto mayor sea la red de voluntarios, mayor será la probabilidad de éxito. Necesitaremos también donaciones para llevar a cabo el proyecto”.
Cuenta con entusiasmo que tienen muy buena relación con Cryonics Institute y con la Sociedad Criónica Española (por cierto, a fines de mayo de este año se realizó en España la primer Cumbre Internacional sobre Longevidad y Criopreservación).
Y hay en el país recursos humanos para encararlo: Rodolfo Goya, biólogo del CONICET, además de ser voluntario en el proyecto criónico, es especialista en el estudio del rejuvenecimiento del cerebro.
Ya se han hecho experimentos donde se prolongó un 30% la vida de los ratones y se han rejuvenecido tejidos. La ciencia apunta no sólo a extender la vida, sino a rejuvenecer a las personas. Muchas enfermedades como el cáncer, Parkinson, Alzheimer, aparecen a causa de la vejez. Si logramos ser siempre jóvenes (¡el sueño de Dorian Grey!), esas enfermedades no nos llegarán. La investigación científica siempre se encargó de estudiar cómo combatir a las enfermedades, pero nunca cómo combatir la vejez. La historia está cambiando: 50 o 100 años atrás no podríamos estar hablando de estos temas.