Conmovido por una difícil situación personal, Daniel Giménez se acercó hace cinco años a la Fundación Brincar para aportar desde su experiencia, y como voluntario, soluciones y contención a familiares de chicos con espectro autista

Desde hace casi una década, la Fundación Brincar por un Autismo Feliz intenta generar un espacio de recepción, consultas y encuentros entre familiares de personas, generalmente niños, que tienen autismo, una característica que, pese a cierto pensamiento generalizado, no es una enfermedad, y que puede ser tratado en base a la integración y la inclusión.

Allí ofrecen sus servicios muchos voluntarios, que por propia experiencia se acercaron a ese espacio para encontrar respuestas y para ayudar a quienes necesitan orientación sobre cómo proceder. Entre ellos, se encuentra Daniel Gimenez (62), un rosarino hincha de Newell’s que llegó a Buenos Aires a los 16 siguiendo a sus padres por cuestiones de trabajo.

Estudiante de Administración Agraria, durante 25 años Daniel fue bancario, y luego trabajó en el ámbito del comercio, las promociones y las ventas, “hasta que hace 15 años ingresé en la Defensoría del Pueblo de la ciudad, y tras pasar por varias áreas recalé en Planeamiento Urbano, y siento que encontré un lugar desde el que puedo ser útil”.

Con tres hijas (mellizas incluidas) y cuatro nietos, fruto de dos matrimonios, para Daniel uno de los cambios significativos de su vida fue hace cinco años, cuando su nieto Joaquín, hoy de 7, hijo de Florencia, comenzó a mostrar comportamientos que inquietaron a sus padres y a él mismo.

Tras muchas consultas y simplificaciones de diagnóstico, los estudios hechos a Joaquín concluyeron en que tenía el llamado TEA, o Trastorno del Espectro Autista, que “de ningún modo es una enfermedad, sino un conjunto de cuadros de conducta y modos de manifestarse especiales”.

A partir de allí, Daniel se acercó a una entidad que había sido fundada por dos madres que querían generar un espacio para familiares que tuvieran hijos con características similares, y así nació la fundación Brincar por un Autismo Feliz, que hoy tiene su sede en la calle Virrey del Pino, en el barrio de Belgrano.

Según relata Gimenez, “mi nieto fue diagnosticado cuando tenía dos años, y surgió cuando yo empecé a detectar comportamientos distintos a los de otros chicos, al principio con la madre pensamos que era un tema auditivo, pero solo se trataba de otro grado de percepción de las cosas”. “Quien tiene autismo puede tenerlo toda la vida, y eso no implica que no pueda llevar una vida si se quiere ‘normal’, aunque esta palabra no me gusta mucho”, asegura Daniel y remarca que “basándonos en diversos tipos de ayuda y de inclusión, quien tenga autismo puede avanzar mucho, porque esto no tiene origen biológico ni requiere medicación”.

Destaca que “el autismo se da en ambos sexos, aunque en las nenas es uno de cada cuatro casos, y tampoco se sabe bien por qué”, y marca como signos de alerta “que no siguen con la mirada a las personas; no les gusta el contacto físico; no sonríen, no les gusta jugar con otras personas, no lloran, no imitan gestos o no señalan con el dedo”.

Daniel conoció la Fundación en una visita a la Fería del Libro, y cuenta que “se formó en 2010, por la voluntad de dos madres que se conocieron en consultorios, charlaron, y empezaron a generar la idea de la entidad. Ellas actualmente son la presidenta, Carina Morillo, y la vice, Soledad Zangroniz, y de a poco se fueron sumando no solo madres, sino padres y abuelos”.

Si bien Daniel, como tantos otros, es voluntario, en la fundación hay profesionales que desarrollan distintas tareas, desde psicólogos hasta docentes y médicos, y señala que “en la Red actualmente somos 15 personas, y en total hay mucha gente que ayuda tanto en Capital como en el resto del país”.

Una fundación con múltiples actividades

Entre los servicios que ofrece Brincar, Gimenez cita la realización de cursos, algunos de ellos on line, y talleres a los que asisten familiares una vez por semana, además de reuniones y charlas de contención. La Fundación además cuenta con una Biblioteca muy completa, con temas relacionados al autismo.

También hay actividades deportivas, que se hacen los fines de semana por la mañana, a través de un convenio con la provincia de Buenos Aires, en un club de zona norte, y la fundación cuenta con Brincar Escucha, un servicio de correo electrónico, además de contar con una página web y FB, donde se pueden realizar consultas diversas, a través del mail [email protected].

Daniel Giménez 2

Fundación Brincar, remarca Gimenez, es una entidad sin fines de lucro, que subsiste a través de cuotas mensuales que aportan los socios que se van acercando, y no cuenta con apoyo oficial. Cuenta que “se trata de un espacio de contención donde se realizan y se desarrollan muchas actividades, y actualmente estoy dentro de la Red Familiar de apoyo”, y detalla que entre las tareas están la contención a parejas de padres a quienes les dan el diagnóstico, que siempre es un balde de agua fría”.

Característica común a todos los chicos con autismo

Como una característica común, Daniel señala que “todos los chicos con autismo tienen cierta debilidad por un tema, le ponen energía, y son pequeños genios, el autista puede trabajar, y como en la fundación hay talleres, lo ideal es detectarlos lo mas temprano posible”, y señala que “la idea es capacitarlos y hay convenios con empresas para tomar personas con autismo, e integrarlos, muchos han estudiado distintas carreras y se recibieron”.

Para Daniel, hay un tema muy delicado en la visión del autista, ya que “a veces se califica así ligeramente a alguien que se abstrae o se distrae, y por otro lado desde la fundación se está charlando sobre la idea de reemplazar la palabra trastorno por la de condición del espectro autista, que es más inclusiva”.

Cuenta que en el caso de Joaquín, “tiene un grado importante de autismo, no pronuncia una palabra y no te da un beso, pero mi relación es buena, trato de valorar lo que me da y no lo que no me da. Una situación así puede generar conflictos diversos pero hay que intentar entender el problema”. Actualmente su nieto cursa en un instituto y según el informe anual “su desempeño y su integración fueron muy buenos, y se relacionó muy bien con los demás”.

En Argentina no hay estadísticas, pero considerando datos de Europa y Estados Unidos, el porcentaje de autismo es de 1 por 59, y según Daniel “el número ha ido creciendo, aunque no hay certezas que esto tenga que ver con la tecnología, los celulares o la TV, sino que es independiente de estos temas”.

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