El mejor homenaje. Dos hijos de Silvio Cufré, el primer trabajador de la salud que falleció por Coronavirus, y que también contrajeron la enfermedad, decidieron donar plasma para ayudar a otros enfermos y "salvar vidas", como hacía su padre.
"Cuando estaba donando plasma, sentí que ese era mi deber y, por un momento, pensé que al llegar a casa le iba a contar lo que hicimos a mi padre. Pero, en verdad, ya lo sabe. Porque él estuvo con nosotros cuando donábamos, no en cuerpo, pero si en espíritu", expresó con emoción Matías Cufré, uno de los seis hijos de Silvio, a Télam.
Matías y sus cinco hermanos, entre ellos dos mellizas de 12 años, también contrajeron Coronavirus cuando su padre enfermó. Silvio Cufré trabajaba en el Instituto Médico Brandsen y ninguna autoridad de la clínica le avisó que al menos dos de los pacientes a los que atendía en terapia intensiva tenían la enfermedad.
Estuvo expuesto al virus al tratar al abuelo y al padre del jugador de fútbol Walter Montillo e incluso le ocultaron la situación cuando uno de ellos falleció y le dijeron simplemente que había muerto de "un paro cardíaco".
Agustín y Matías concretaron el jueves último la donación en el Instituto de Hemoterapia de La Plata; mientras que Nicolás deberá esperar unas semanas para hacerlo debido a una dolencia que lo obligó a tomar antibióticos. "La idea de la donación se le ocurrió a mi hermano Nicolás y enseguida nos gustó, estábamos ansiosos; mi madre está encantada y sé que mi papá también lo estaría", asegura convencido Matías.
El joven destacó que su padre nunca supo que estaba enfermo de Coronavirus, sino que creyó que tenía una neumonía y agregó: "Nosotros empezamos a sospechar que podía ser Covid-19 cuando él ya estaba internado mal de salud".
Cuando Silvio Cufré murió, la familia quedó devastada de dolor y su angustia se agravó con el hostigamiento que sufrieron de parte de los vecinos del barrio de la localidad de Alejandro Korn, donde viven, algunos de los cuales amenazaron con prender fuego la humilde casilla que habitan.
"Fue dura la discriminación de todos. Y tuvieron que ponernos un patrullero que viene todos los días a las 20 y se va a las 7 de la mañana", dijo con tristeza Nicolás.
Su hermano Matías aseguró que no guarda rencor ni bronca hacia sus vecinos porque "las personas se equivocan" y agregó que no odia tampoco porque "el problema del odio es que siempre consume a quién lo siente".
Esa serenidad de espíritu parece heredada de Silvio, de quien Nicolás contó que "jamás lo ibas a ver gritar o pegar a alguien; era de una paz tremenda".
Fue él quien un día oyó en televisión que los que se habían recuperado de coronavirus podían donar plasma y enseguida se lo contó a sus hermanos, que no dudaron en que debían hacerlo.
"Parece que de a poco la gente toma conciencia que puede ayudar con tan sólo un poco de sangre", remarcó Agustín. "Si mi papá estuviera acá, después de la enfermedad, él también habría donado su plasma", concluyó Matías.