Las whiskerías son locales habitualmente asociados al público masculino, de un alto poder adquisitivo, pero en el barrio porteño de Chacarita, en el centro del nuevo polo gastronómico, cultural y artístico que viene ganando espacio cuadra a cuadra desde hace algunos años, las cosas están cambiando.
Tres amigos, con profesiones muy diferentes entre sí, decidieron montar una whiskería poco convencional que cuenta con una importante variante: está enfocado al público femenino.
Ya desde la entrada, se advierte al público tradicional de las whiskerías que están a punto de ingresar a un lugar completamente diferente a lo conocido. “23 de agosto de 2018. Aquí murió la mirada conservadora del whisky. QEPD”, indica una suerte de lápida rodeada de una corona, en clara alusión a la ubicación de local, a pocas cuadras del cementerio de Chacarita. “Queríamos jugar un poco con la identidad del barrio, y optamos por la temática del cementerio y decidimos hacer esta especie de corona de flores, un poco kitsch, festiva, como las que hacen en el norte, y la lápida para oponernos a una cosa dicha durante años sobre las whiskerías”, le contó a POPULAR Juan Manuel Bodetti Bidegain, licenciado en ciencias políticas.
Junto a sus socios, el arquitecto Roberto Cardini y el químico Gonzalo Fleire, decidieron encarar este proyecto en un rubro tan complicado como el gastronómico pero con decisión y ganas de crear una alternativa diferente, y pensaron en romper todos los moldes empezando por las barreras que separan a las whiskerías del público más amplio del que gozan, por ejemplo, las cervecerías.
“Nosotros somos muy curiosos y nos gusta ir muy a fondo en todos los temas. Nos sentamos con gente que sabe mucho de todo pero no nos casamos con nadie. (…) Con Roberto y Gonzalo nos conocemos hace varios años y compartimos la pasión por el whisky pero aquellos lugares que visitábamos no nos representaban, en general era todo con sillones, una luz muy fuerte, gente de otra edad y otro poder adquisitivo”, dice Juan Manuel, que reconoce que desde las mismas marcas de whisky y otras bebidas alcohólicas segmentadas están buscando renovar el público desde hace por lo menos una década.
“Yo tengo un montón de amigos que toman whisky y me contaron que en otra época la whiskería estaba mal vista porque se asociaba a las llamadas ´mujeres de la noche´, y entonces nos preguntamos ´¿quiénes no están representados en esta mirada?´ Y la respuesta es ´los que no saben´, porque parece que para tomar whisky tenes que haber vivido unos 60 años porque hay una mirada cerrada sobre el tema”, revela.
En esta búsqueda, Juan Manuel y compañía descubrieron que hay un público femenino para el whisky. “Ultimamente cambió mucho la mirada. Hay muchas más mujeres debajo de los 35 años tomando whisky, de las que había hace diez años”, explica, y comenta que a pesar de esta mirada tampoco querían cerrar las puertas a las personas que disfrutan de otro tipo de bebidas. “Creemos que la propuesta es ´para todo público´. Queríamos que todos puedan venir con todos y por eso podes encontrar coctelería clásica y de autor, tapeo y platos para degustar, catas grupales e individuales, medidas tradicionales y un servicio de locker de guardado de botellas para reabrirlas en la próxima visita”
Esta medida es más que interesante, pues se puede comprar una botella de whisky entera y seguir degustándola en la siguiente visita, accediendo a un casillero, sin necesidad de llevárselo a casa.
El local, ubicado en la calle Guevara 421 abre de martes a sábados a las 19, y busca ser una alternativa más a la amplia variedad de locales de este tipo que surgen en barrios aledaños como Palermo o Colegiales. De hecho, Juan Manuel especula que esta lejanía con respecto a esos polos juegue a favor de ellos ya que en la zona no hay muchos locales de tragos, y cuenta que el público de las whiskerías es diferente al de las cervecerías en lo que se refiere al traslado.
El sitio también cuenta con un salón para organizar reuniones con amigos y degustaciones, que da a la calle como una enorme vidriera.
De acuerdo a Juan Manuel, de jueves a sábado hay ciclos musicales con la presencia de renombrados DJ´s, convocados para atraer al público joven. “La imagen preconcebida de una persona tomando whisky es que esté en un sillón escuchando jazz. Nosotros colocamos banquetas, que obliguen a la gente a estar en movimiento, que estar sentado o de pie no influya en su vinculación con el resto del público, que tanto la música como el ambiente invite a ponerse de pie. Las whiskerías convencionales buscan que uno se sienta como en casa, pero ¿para qué salís?”, se pregunta Juan Manuel.
Asimismo, el local buscó ampliar el espectro del sabor del whisky, por eso sirven tragos que contienen diversos ingredientes. Hay desde aperitivos, más del tipo del vermut pero con whisky, súper suaves, con limonada o manzana; hasta tragos más clásicos, hasta cosas más intensas. También tenemos comida que van desde raciones (bastoncitos de polenta, aceitunas, pan de masa madre, fainá canchera), hasta platos más elaborados como milanesitas de bondiola y lomo, revuelto gramajo, provoletita en panko y opciones vegetarianas, y postres”, acota, carta en mano.
La propuesta de la whiskería para ambos géneros fue bien recibida entre el público a saber, de acuerdo al politólogo. “Yo creo que han venido más mujeres que hombres, y evaluando nuestra página de Instagram, veo que hay un 50 y 50 de seguidores, porque logramos congeniar varias cosas. Por ejemplo, contactamos con la Red de Mujeres para que nos ayuden a hacer un bar seguro para mujeres, para que sepa que ante cualquier problema se va a poder acercar a la barra y va a tener la contención y la ayuda que necesita”, explica.
En cuanto a la preparación que requirió por parte de los dueños y el personal, Juan Manuel cuenta que “en primer lugar hicimos una sensibilización, todos nosotros, acerca de qué cosas están bien o mal, tiramos todo lo que traíamos sobre la mesa para después comenzar a construir un protocolo de actuación ante situaciones de violencia y, en tercer lugar, pusimos foco en hacer explícita esta campaña, subliminal en un primer momento, para que una mujer se sienta segura tomando whisky en un bar”.
De esta manera, el local cuenta con carteles que explican cuáles son situaciones que pueden ser consideradas como acoso, que aclaran que cualquier tipo de relación debe ser consentida y que se materializan en una imagen que dice claramente “el whisky no tiene género”.
En un segundo plano, Juan Manuel y sus socios analizaron la posibilidad de no diferenciar los sanitarios, aspecto que se concretó gracias al espacio en el que están ubicados dentro del edificio.
De esta manera, se logró un lugar que claramente se identifica con el cambio que vive la sociedad argentina en los últimos años, y que coloca a la mujer en un plano de igualdad y empoderamiento con respecto lo que ocurría antaño.
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