Por cada diez asentamientos, hay cinco que sufren un grado alto de vulneración de sus derechos en la Provincia de Buenos Aires, situación que afecta a unas 177 mil familias, según el Índice de Vulnerabilidad Territorial (IVT) que desarrolló la ONG Techo en base a 2.153 barrios relevados en todo el país.
La gran mayoría de estas personas residen en el Conurbano bonaerense y tienen dificultades cada día para acceder a servicios básicos, sufren inundaciones cada vez que llueve y, entre otras cosas, no logran que ante una emergencia una ambulancia acceda a sus hogares.
Otro número que preocupa es el de los asentamientos en condiciones críticas de precariedad. Si bien es un porcentaje menor, son 16 los sitios que necesitan ayuda con mayor urgencia y se ven afectados casi dos mil hogares.
En total son 1.156 los barrios relevados por Techo en el ámbito bonaerense: 590 padecen una “alta” vulnerabilidad; 543 “media-alta”; 16 llegan a “crítica” y apenas 7 se encuentran en la denominación más baja, “media”.
Estas cifras involucran a 356.763 familias, de las cuales un 49,55% (176.743) está en la categoría “alta; un 47,58% (169.75) en “media-alta”; un 2,32% (8.290) en “media” y un 0,55% (1.980) en “crítica”.
Las variables del índice fueron establecidas en conjunto entre representantes de la ONG y los vecinos de los barrios, definiendo una escala del 1 al 4 en vulneración de derechos, cuyo promedio bonaerense es de 2,53, en sintonía con el 2,57 a nivel nacional, ambos equivalentes a la categoría “alta”.
A esto hay que agregarle que entre 2013 y 2016 un 14% de los asentamientos empeoró su situación. Así, hubo 13,74% más en “alta” vulnerabilidad, provenientes de los barrios que tenían una categoría “media-alta” (-11,08%) o “media” (-2,85%). A su vez, los sectores críticos se incrementaron en un 0,19%.
Entre las consultas a los vecinos figuraron el acceso a servicios básicos; la cercanía a un factor de riesgo como torres de alta tensión y basurales; impacto de las inundaciones; acceso de bomberos, ambulancia y policía; titularidad de los terrenos; cercanía a centros de salud y educativos; alumbrado en las calles; recolección de residuos; acceso a calles asfaltadas y cercanía a medios de transporte público.
Si bien desde la ONG lo piensan como un insumo para priorizar y direccionar las políticas públicas, su Director Ejecutivo en Argentina, Virgilio Gregorini advirtió: “En los últimos tres años no hubo cambios significativos en ninguna de las once variables, lo que habla de la falta de políticas públicas en escala adecuada para esta problemática”.
Pese a que la Provincia de Buenos Aires es la que más aporta cuantitativamente al ranking (el 62% de las familias vive allí), el nivel de vulnerabilidad oscila por valores similares en todo el país, incluso con valores superiores en Corrientes, Río Negro, Santa Fe y Neuquén.
En ese sentido, al analizar el diferencial entre el relevamiento de Techo de 2013 y el último, los barrios que elevaron su categoría a “alta” significaron el 10% del total. Es decir que 1 de cada 10 asentamientos empeoró significativamente en tres años.
Por último, del informe se desprende que a nivel nacional el 98% de las personas no cuenta con un servicio de cloacas y un 94% no tiene acceso al agua potable. Además un 71% no logra acceder formalmente a una red eléctrica.
Desde Techo definieron vulnerabilidad territorial como “la indefensión que experimentan las comunidades, familias e individuos en sus condiciones de vida como consecuencia del espacio o lugar donde viven”.
“La ausencia de una estrategia de oportunidades, entendida como la imposibilidad de acceder a los servicios y a recursos necesarios para mantener un nivel de vida estándar, influye directamente sobre el bienestar de la persona y aportan al deterioro de su calidad de vida”, concluyeron.
Dentro del Conurbano hay seis asentamientos que se encuentran en condiciones críticas, un ranking que encabeza el barrio Los Provincianos, también conocido como Villa Roca, situado en la localidad de Berisso y habitado por 400 familias.
En un índice en el que el máximo es 4, Los Provincianos alcanza un preocupante 3,67. Según el relevamiento de Techo, sólo cuenta con desagüe a pozo ciego; el agua y la electricidad llegan a través de una conexión irregular (enganchados) a la red pública hecha por los vecinos; no hay alumbrado público; y para cocinar deben utilizar garrafa. A la vez, deben caminar 10 cuadras para acceder a la salud y 12 para ir a la escuela.
Otro de los asentamientos más vulnerables es el 8 de Diciembre, ubicado en la localidad Cuartel V, de Moreno, en el oeste del Gran Buenos Aires. Con un índice de 3,35, agrupa a 300 familias que cuentan con su propio pozo de agua y usan energía eléctrica para calefaccionarse y garrafa para cocinar, mientras que acceden a un desagüe a pozo ciego, se enganchan para tener energía eléctrica y no poseen alumbrado público ni recolección de residuos.
Dentro del mismo distrito, pero en la localidad de Paso del Rey, hay otro asentamiento más pequeño pero casi igual de vulnerable: Villa Zapiola, también conocido como la Quebrada, que agrupa 21 familias y tiene un IVT de 3,28. Las condiciones son las mismas que en 8 de Diciembre, pero cuentan con un tanque comunitario para acceder al agua.
En tanto, en el sur del Conurbano está emplazado el barrio 9 de Agosto, en Quilmes Oeste, con 3,26 de vulnerabilidad para las 220 familias que lo pueblan. Allí hay alumbrado público pero no recolección de residuos. Además, las conexiones a las redes de agua y electricidad son irregulares, cuentan con desagüe a pozo ciego y cocinan con garrafas y se calefaccionan con leña o carbón.
Asimismo, en el norte del GBA aparece barrio Ferroviario de Victoria, en el distrito de San Fernando. Con un IVT de 3,33, existe desde 1969 y aglutina a 100 familias que no tienen alumbrado público ni recolección de residuos. Con pozos ciegos como eliminación de excretas, poseen un tanque comunitario para el agua y una conexión a la energía eléctrica con medidor social. Para cocinar o calefaccionarse, utilizan garrafas.
Otro tanto sucede en Tigre. El barrio Soeva, con un índice de 3,26, agrupa a 20 familias de Rincón de Milberg cuyo desagüe es a pozo ciego, su acceso al agua mediante un camión cisterna que pasa por el lugar y con una conexión irregular de electricidad. No tiene servicio de recolección, pero sí alumbrado público y la gente cocina en garrafa y se calefacciona con energía eléctrica.