Mi hermano era ese intruso rubio de ojos celestes que un 28 de noviembre de 1961 apareció sin pedir permiso. Era el que me obligó a compartir la teta de mi mamá para alimentarse y los brazos de mi papá para dormirse.
Mi hermano era ese chico travieso que un día comiendo un caramelo se ahogó y lo tuvieron que llevar de urgencia. Ese día pensé que lo perdía, pero eso no podía pasar, nada nos separaría. Así que volvió sonriente con sus ojazos hinchados de llorar.
Mi hermano era ese niño que compartía los juegos, era el que me peleaba, era al que yo le gritaba y éramos los hermanitos que por portarse mal terminaban en penitencia en la habitación que compartían y riéndose porque mami no nos alcanzó para la paliza, esa paliza que era una caricia en las manos de mami o el "ya verán cuando llegue tu padre".
Mi hermano era ese nenito regordete que un día en las playas de Quilmes le sacaron una foto a el solito con su pelota y la teníamos que esconder porque cuando la veía decía que lo habíamos abandonado.
Mi hermano era ese adolescente que compartía conmigo amigos, salidas y travesuras, hasta que un día se convirtió en un hombre y me empezó a cuidar y fue compinche en mis locuras de adolescencia y fue cruel en las miradas de mis pretendientes.
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Mi hermano fue ese padre que me regaló tres sobrinos hermosos a los que me dejó amarlos, malcriarlos y cuidarlos como a un tesoro.
Mi hermano pasó a ser para mí un desconocido y de todos, su hermano, porque el día que vi millares de personas gritando 'Cabezas Presente' me di cuenta que no lo tenía y que lo estaba compartiendo, cosa que me partió el alma porque ya no lo tendría físicamente.
Mi hermano fue ese artista que sacaba fotos las cuales nunca habíamos visto.