Así lo había solicitado en su testamento. El féretro fue trasladado en el papamóvil y pasó por delante del Coliseo. Un grupo de trans, pobres, presos y migrantes le dieron el último adiós en el interior del templo.

Después de un funeral multitudinario en la Plaza de San Pedro del Vaticano, al que asistieron más de 250.000 personas y líderes internacionales, el cuerpo del Papa Francisco ya descansa en la Basílica de Santa María la Mayor, tal como él había solicitado en su testamento.

El ataúd del Santo Padre viajó en el papamóvil para permitirle a los fieles ver el féretro, que salió del Vaticano por la Puerta del Perugino, pasada las 12 del mediodía hora local. Luego, emprendió su ruta por la avenida Vittorio Emanuele para llegar a la Plaza de Venecia y recorrió la vía de los Foros Imperiales para pasar por delante del Coliseo.

ADEMÁS: Una multitud de fieles y líderes del mundo despidieron al Papa Francisco

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Tras bordear el Anfiteatro Flavio, el vehículo puso rumbo a su destino final: la Basílica de Santa María la Mayor, la misma a la que antes y después de cada viaje apostólico acudía a rezar ante su Virgen, la Salus Populi Romani, de la que era muy devoto y donde expresó que quería ser enterrado.

A su llegada, el féretro fue bajado del papamóvil y trasladado entre aplausos al interior del templo, donde unas 40 personas -entre ellas, pobres, presos, transexuales, sin techo y migrantes- esperaba instantes antes del entierro de su ataúd, mientras tocaban las campanas. Este grupo fue ubicado en la escalinata de acceso a la Basílica Papal de Santa María la Mayor y cada uno llevaba una rosa blanca en su mano.

"Los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios" y, por lo tanto, "también en el corazón y la enseñanza del Santo Padre, que eligió el nombre de Francisco para no olvidarlos nunca", explicó la Santa Sede.

Cómo fue la ceremonia

La sepultura en el nicho de la nave lateral de la Basílica Liberiana, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, estuvo precedida por el canto de cuatro salmos y acompañada de cinco intercesiones. A continuación, se entonó el Padrenuestro y, sobre el féretro del Papa, se imprimieron los sellos del Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, Kevin Joseph Farrell; de la Prefectura de la Casa Pontificia; de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Romano Pontífice; y del Capítulo Liberiano.

Una vez concluidos esos gestos, el féretro fue colocado en el sepulcro y se lo roció con agua bendita, mientras se entonaba el Regina Caeli.

Al final, el notario del Capítulo Liberiano redactó el acta auténtica que certificó el entierro y la leyó a los presentes. Después lo firmaron el Cardenal Camarlengo, el Regente de la Casa Pontificia, Leonardo Sapienza; el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Diego Ravelli; y el notario.

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