MAR DEL PLATA (Enviado especial).- El primer mes del año, el más fuerte del verano, dijo adiós. Y lo hizo con un aspecto primaveral, como reseña de lo poco generoso que fue en materia climática con los que lo eligieron para pasar sus vacaciones en la costa. Hubo, sí, un sol esplendoroso que iluminó la jornada de punta a punta.
Pero un frente de aire fresco que llegó del sur en la tardecita del miércoles y que desplazó la ola de calor al punto de obligar a recurrir a alguna frazadita para pasar la noche, cambió las condiciones de la atmósfera y ofreció una temperatura máxima de 23 grados, un rato después del mediodía.
Pero con cielo despejado y una leve brisa que no permitió que la sensación térmica superara los 22 grados (uno menos que la real) los últimos turistas del mes y los pocos que empezaron a llegar para el recambio de febrero, no tuvieron dudas en disfrutar del día de playa, de cara a un fin de semana que, salvo la jornada cálida que se espera para hoy (27 de máxima) no prevé un fin de semana interesante en cuanto a la temperatura que volverá a bajar a los 22.
Así, el arranque del año deja un balance con altibajos en cuanto a la temporada de verano que no tuvo en las playas la explosión de gente que se esperaba y que, encima, los que planearon su descanso en esta franja calendaria se toparon con la inestabilidad climática como principal protagonista.
En materia de ocupación y caudal de gente, Diario Popular completó su recorrida por los distintos puntos de la ciudad consultando a uno de los referentes más precisos que se pueden encontrar en la playa: el vendedor de choclos. Para ello, fuimos en busca de Alejandro, el más emblemático expendedor de mazorcas en las playas de Punta Mogotes, fácilmente reconocible por su atuendo propio de un cheff de categoría con la gorra blanca incluida.
Consultado para saber cómo había venido la temporada, Alejandro fue categórico: "Nosotros nos preparamos para recibir, como nos prometieron, a todos los turistas que este año, como consecuencia de la escalada del dólar, iban a cambiar las playas de Brasil por las de Argentina, y en especial las de Mar del Plata. Pero eso nunca ocurrió".
El cloclo que se vende en la playa y que, a partir de media mañana y hasta entrada la tarde es una tentación para cualquiera y una alternativa de almuerzo para los que pretenden cuidarse, este verano cuestan 70 pesos. "Hubo sólo un puñado de días en los que se vio mucha gente en la playa -cuenta- y encima, la gente estuvo más gasolera que nunca, porque los que pudieron dar el lujo de tomarse unos días de vacaciones debieron cuidar el presupuesto al máximo", y justificó su explicación: "Esta es mi temporada 46 recorriendo las playas; arranqué vendiendo pirulines cuando era chico, ayudando a mi papá, y este es el peor verano para los que vendemos y para los que compran; nunca tuve que cortar tantos choclos como ahora", esto significa que muchos turistas compran un choclo y piden que lo parta al medio y así, con uno, comen dos.
A diferencia de otros años, fue la primera quincena de enero la más fuerte en cuanto a presencia de público en la ciudad. Ese detalle hizo que muchos comerciantes aumentaran los precios de los productos -que en líneas generales fueron muy accesibles- esperando una segunda quincena más nutrida, algo que finalmente no ocurrió.
De hecho, los últimos días de enero se vieron más despoblados, especialmente después del último fin de semana: el domingo 27 mucha gente se despidió y emprendió el regreso a sus hogares.
Ayer, en las playas, calles y comercios se notó la falta de turistas y, según los distintos operadores, no se espera que en febrero haya grandes mejoras. El único dato alentador pasa por el antecedente del año anterior en materia climática: fueron los mejores días del verano (lo mismo pasó en febrero) y ese detalle puede que haya alentado a muchos a reservarse el descanso para este mes. Por ahora, no aparecieron señales de esa revocación.
Por otra parte, el verano deja en su balance inicial en Mar del Plata, un par de tragedias que le terminan de teñirlo con un tinte desagradable. Primero, en los albores del Año Nuevo, los balcones que se desprendieron de un edificio en el centro de Punta Mogotes y que terminaron con la vida de una madre y su pequeña hija, enlutando a la ciudad. Luego, en el día más caluroso del año, con una térmica de 45 años, la tragedia del turista tucumano que se ahogó, también en una playa de Punta Mogotes.
Los últimos datos de este hecho ocurrido el último lunes, daban cuenta de la nefasta combinación entre el calor extremo y el consumo de alcohol, algo que los especialistas recomiendan evitar. "Los días en los que hace tanto calor -le contó a Diario Popular la directora del UPA (Unidad de Pronta Atención) que funciona al frente de los balnearios de Mogotes- hay que tener mucho cuidado; la gente no toma conciencia del peligro que se corre. Nosotros recibimos pacientes con cuadros de ACV, deshidratados, problemas cardíacos... hay que cuidarse mucho y no tomar alcohol".
El turista que se ahogó, además de presentar un cuadro de obesidad, había almorzado con alcohol antes de meterse al mar. Los guardavidas contaron que lo estaban vigilando - había entrado mucho, hasta la zona profunda- y de repente desapareció de su vista, se hundió.
Los primeros estudios no descartaban que hubiera sufrido un shock por el calor o un problema cardíaco provocado por el miedo al ver que no podía salir del agua. Además, nadar después de comer puede ocasionar calambres de estómago que hacen imposible nadar.
La recomendación del día. Aunque sepamos nadar muy bien hay que seguir las indicaciones de los guardavidas. Y nunca entrar al mar, a sectores profundos, mientras se está haciendo la digestión. Tener en cuenta que en algunas playas hay canaletas que forman correntadas traicioneras.