Lo repetimos cada vez: el gran sueño colectivo que nos una debe ser el proyecto de un país en el que sea prioridad el desarrollo humano. Para ello, resulta fundamental lograr una educación de calidad y para que esto sea posible es necesario asegurar las condiciones de educabilidad, como la buena nutrición, el acceso a la salud y la estimulación cognitiva.
El crecimiento sostenido del país requiere apostar por la inversión en la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación permanente. Ahora bien, nada de esto es posible si no partimos como base fundamental de la igualdad de género en todos los ámbitos de la sociedad. Si bien se han logrado importantes avances, la desigualdad de oportunidades entre los géneros sigue siendo una realidad.
En el ámbito de la ciencia, a lo largo de la historia, el rol de las mujeres científicas en destacados descubrimientos ha sido invisibilizado y son incontables las que no han recibido el reconocimiento merecido. La Organización de las Naciones Unidas destaca que “apenas un 30% de quienes investigan en el mundo y un 35% en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y/o matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres”.
La desigualdad, asimismo, se ve reflejada en la dificultad que tienen las mujeres para acceder a cargos jerárquicos; y esto también sucede en los equipos científicos. De más está decir que la vocación científica no tiene que ver con capacidades “naturales”, sino con el hecho de haber tenido ejemplos a seguir y contar con oportunidades y motivación. Por eso, todos debemos trabajar para modificar los estereotipos discriminatorios. No debe haber distinción de género o clase social para tener la posibilidad de desarrollar las vocaciones, y en esto la educación juega un rol esencial, porque es la herramienta más poderosa para asegurar la igualdad de oportunidades.
Eliminar la violencia contra la mujer, en todas sus manifestaciones, física, sexual, psicológica, económica, es urgente. Son más de 60 los femicidios que se registraron en nuestro país en estos primeros meses del año. Debemos tomar conciencia y comprometernos para que esta situación estremecedora y alarmante tenga fin. Nuestra meta tiene que ser lograr una sociedad equitativa. Es esencial entonces asegurar la participación plena e igualitaria de las mujeres en todos los ámbitos sociales.
Hoy, en un nuevo Día Internacional de la Mujer, enfáticamente lo reclamamos. Pero sabemos que las transformaciones sociales y políticas que buscan cambiar nuestro contexto nunca deben descansar: se realizan todos los días, de todos los meses, de todos los años.
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