Un joven de 15 años fue expulsado del Colegio River Plate por difundir un video en el que se lo ve manteniendo una relación sexual con una compañera de la institución, sumando un nuevo caso a un fenómeno al que se conoce como sexting y que viene en crecimiento en la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, donde cada mes se realizan al menos 120 denuncias por ese delito.
Según trascendió, el adolescente, que cursaba segundo año, fue expulsado luego de hacer conocer las imágenes con la chica, una cuestión que se volvió un hábito según la ONG Bullying Sin Fronteras, que indicó que 1 de cada 2 varones admitió enviar fotos desnudo o semidesnudo y en poses provocativas.
La familia del menor que estudiaba en el barrio porteño de Núñez interpuso un amparo en la Justicia para conseguir su reincorporación, aunque tanto un juez en primera instancia como la Cámara Nacional en lo Civil convalidaron la decisión del establecimiento educativo.
Así, el joven ingresó en la lamentable estadística de la ONG, que certifica que el sexting le trajo problemas a 1 de cada 5 personas en ámbitos como su casa, la escuela, su grupo de amigos y hasta en el plano judicial.
En este caso particualar, el joven difundió el video a través de WhatsApp, como ocurre con 9 de cada 10 encuestados por Bullying sin Fronteras, siendo las redes sociales Facebook y Snapchat otros canales mucho menos frecuentes que derivan en la viralización de un encuentro íntimo.
El director del colegio, Gastón Corti, dijo que el menor afectó "el derecho a la intimidad y a la privacidad de una adolescente", por lo que calificó al hecho como de "extrema gravedad" y le aplicó el derecho de admisión, por considerar que ya tenía problemas de conducta previos.
Por su parte, el padre del chico insistió en que su hijo "está destrozado" por las complicaciones para encontrar una nueva escuela en pleno ciclo lectivo, lamentó que "nadie le dio contención" y anticipó que apelará la medida porque el adolescente "también tiene derechos que no fueron respetados".
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El abogado Javier Miglino, titular de la Bullying Sin Fronteras, explicó que "el sexting, que viene de sexo y texting (mensajear en inglés), consiste en el envío de contenidos de tipo sexual (principalmente fotografías y/o videos) producidos generalmente por el propio remitente, a otras personas por medio de teléfonos móviles y redes sociales".
Y lamentó que "el remitente conoce el principio de la historia, pero nunca sabe como terminará, por lo que a veces puede convertirse en una pesadilla para todos aquellos que forman parte y para sus familias, incluso con graves consecuencias en el futuro".El letrado precisó que "el crecimiento del uso de los teléfonos inteligentes incrementó el envío de fotos eróticas o mensajes sexuales en todo el país y principalmente en Capital y el Conurbano bonaerense", donde 9 de cada 10 adolescentes tienen celular, lo que favorece la viralización de las imágenes de tono privado.
Si bien el 50 por ciento de los varones admitió mandar fotos en poses provocativas y hasta desnudos, el fenómeno aumenta en las chicas hasta el 60 por ciento, por lo que termina siendo más habitual que resulten afectadas por la difusión del material sin su consentimiento.
Miglino aclaró que arruinar la reputación de las víctimas no es el único mal, ya que también "pueden ser captados a partir de las publicaciones por redes de trata de personas o incluso sus fotos pueden aparecer en sitios porno o de servicios de acompañantes".En el ámbito legal, esta problemática "puede considerarse delito de pornografía infantil que prevé hasta seis años de prisión", aunque advirtieron que juzgar algunos casos de menores es un desafío, ya que muchas veces el delito se inicia "sólo como un juego, una travesura, o simplemente por desconocimiento, lo que invalidaría la culpa y por ende la responsabilidad delictiva, con lo que el caso quedaría impune".
Asimismo, el titular de la ONG consideró que los adolescentes "no advierten el peligro de las nuevas tecnologías porque nacieron con ellas y creen poder dominarlas", pero aseguró que el sexting puede derivar en severos traumas en el futuro: "Lo que al principio resulta diversión puede llegar a la humillación y el arrepentimiento por la pérdida de la intimidad, un sentimiento que los puede acompañar por años y terminar generando graves problemas emocionales".
"Aunque los padres ignoren cómo funcionan las nuevas tecnologías, son los encargados de velar por la salud y el bienestar de sus hijos por lo que deben establecer una conexión con ellos", sentenció Miglino en cuanto a la responsabilidad parental.