Aquel contacto providencial, marcó a fuego la vida de Beto, como se lo conoce, quien ha sumado su aporte en varias de las canciones que interpreta el grupo liderado por
Juan "Piti" Fernández.
"Soy bohemio, un poco loco y soñador" se definió Beto, de 59 años, ante
HISTORIAS DE VIDA en su casa de
Lanús Oeste, donde vive con su hermano Fernando, alias Pigüí, juntos en una aventura familiar que los une al primero en su condición de viudo y al otro, en la de separado.
"
Está piola esto de vivir con tu hermano, ya de grandes", señaló Sueiro que disfruta su flamante condición de abuelo que le ha dado la pequeña
Ámbar, el regalo que le dio Maca, su única hija, el pasado 3 de mayo, que lo tiene embelesado al punto que está dispuesto a escribirle cosas para su nieta.
Beto confiesa que en su juventud incorporó los códigos propios del barrio. En su caso como un hombre arraigado en
Pompeya, Barracas, Parque Patricios y La Boca "donde -aseveró- si te sentís cómodo y bien, es porque se te contagió la bohemia".
Sin embargo, Beto es nacido en Lanús donde en la escuela primaria empezó a despuntar su afición a los poemas. Fue por eso que su largada en la carrera universitaria en
Ciencias Económicas, le hizo comprobar que ese no era su destino.
Jugó al fútbol en las inferiores de Lanús "donde pretendía ser diez", dijo, pero el trabajo lo captó para tras una experiencia inicial a bordo de un Valiant II hecho taxi, poner en marcha distintos emprendimientos comerciales que no alcanzaron el éxito esperado.
"Lo que pasó es que fui el más comunista de los empresarios porque
me preocupaba más lo que ganaban los empleados que lo que me llevaba a casa", sostuvo con feliz resignación.
Diván negro y amarilloRepartiendo chacinados con su hermano por Parque Patricios se enamoró del
Huracán del 73 como lo había hecho con Lilian, su esposa quien murió cuando la hija de ambos, la ya madre Maca, tenía 13 años. "
De aquellos días difíciles -observó- me quedó el apoyo que me dieron mis sobrinos, a quienes amo, la tía Matilde y mis amigos Lidia y el Colorado, quienes me hicieron sentir que sus hijos son también hijos míos".
En su vuelta al taxi en 1995 comenzó a ahondar en lo que le daba la calle al punto que su Peugeot 504 gasolero "me convirtió en un psicólogo ambulante". Así editó su libro "Facultad del empedrado", animado con historias de taxi y esquina donde se revela la esencia bohemia del tachero que aspira cambiar el letrero de "cierre despacio" que tiene en las puertas traseras del Peugeot por otro que diga "apto para todo púbico".